Saber observar

Yago Paris


Boyhood era un proyecto destinado a trascender. La titánica película de ficción de Richard Linklater recogía el crecimiento real del actor protagonista a lo largo de los doce años que se prolongó el rodaje, permitiendo una aproximación radicalmente realista a la descripción de la adolescencia. El filme pasó a la historia principalmente por las condiciones de su producción, ensombreciendo otro factor fundamental de la ecuación: la consagración definitiva —si no había ocurrido ya— de su creador como maestro en el arte de la captura de la realidad a través de los elementos propios de lo cotidiano. El cine, especialmente el que se produce en Hollywood, acostumbra a hacer pasar por realista lo que ha sido modificado mediante manipulación emocional y una nada inocente puesta en escena, dando lugar a una falsa sensación de que lo que se observa en pantalla es, mayormente, la vida tal y como la conocemos. El estilo de Linklater, expresado con especial énfasis en Boyhood, se basa en eliminar por elipsis buena parte de aquellos momentos que en cualquier otra obra supondrían un pico dramático, dejando que la narración se componga, literalmente, de los pequeños momentos de la rutina diaria, de aquellos instantes que habitualmente se eleminan porque aparentemente carecen de interés. Es en estos retazos donde el autor encuentra la grandeza de la vida, mostrando talento para la observación y comprensión de los las experiencias clave que componen nuestra identidad y marcan nuestra existencia.

En los 90 se sitúa en coordenadas similares. El actor Jonah Hill debuta tras las cámaras dirigiendo un guion escrito por él mismo, y el resultado es una cinta de cierto corte nostálgico, donde el elemento autobiográfico parece evidente. La narración sigue la vida de Stevie (Sunny Suljic), un adolescente de trece años que trata de encontrar su sitio en el mundo y queda prendado de un grupo de chavales mayores que él, que se pasan todo el día subidos en sus monopatines. Resulta sencillo ponerle a la película  la sobreexplotada etiqueta de cine independiente estadounidense, un concepto que hace más referencia a los códigos estéticos y dramáticos que al dinero invertido en la producción. Tiene sentido incluirla en este tipo de cine por su querencia por su cuidado tratamiento de la imagen —está rodada en película de 16 milímetros y en formato 4:3—, por su mirada nostálgica y por el hecho de que los protagonistas sean adolescentes. Pero uno se quedaría en la superficie si se limitase a afirmar que la obra sigue los patrones de este modelo de cine, sin buscar su personalidad propia. Y es precisamente en este punto donde En los 90 y Boyhood se hermanan.

Jonah Hill parece situarse en las antípodas de la pretensión de crear una gran cinta, un lugar que Linklater ha convertido en su hogar. En los 90 no busca trascender. No hay elementos que indiquen que el realizador sienta que tiene algo muy importante que contar, ni tampoco este se regodea en un preciosismo pictórico tan disfrutable como vacuo. Más bien al contrario, Hill se centra en un retrato lo más honesto y justo posible, tanto con el público como con sus propios personajes. El filme se mueve constantemente entre la ilusión y la decepción, entre las expectativas y la realidad, trazando una descripción realista de lo intenso y desasosegante que puede llegar a ser la adolescencia. La diferencia entre ser uno mismo y lo que la sociedad dicta que un hombre debe ser —atención a la excelente evolución del personaje secundario del hermano mayor (Lucas Hedges)—, las gratificantes pero por momentos asfixiantes dinámicas de grupo, el significado de la amistad y la incomunicación en el seno familiar son las líneas maestras discursivas de una obra que no se limita a reflexionar sobre una etapa turbulenta de la vida, sino a hacerlo a través de la imagen. Al igual que ocurre con Richard Linklater, aquí los pequeños detalles cobran la máxima relevancia, y se plasman mediante la puesta en escena: la conversación mientras juegan a la videoconsola, donde el hermano mayor se muestra tremendamente preocupado por el protagonista; todo el significado que tiene en un determinado momento una muesca en el monopatín; el aura de lugar mágico que tiene la habitación del hermano mayor; o la brillantez minimalista con que se rueda un accidente de tráfico. Son ejemplos que no solo expresan el talento de Jonah Hill como observador de la vida, sino también su conocimiento del medio cinematográfico.


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EN LOS 90 (MID90S)

Dirección: Jonah Hill

Reparto: Sunny Suljic, Katherine Waterston, Lucas Hedges, Alexa Demie, Na-kel Smith, Olan Prenatt, Gio Galicia, Ryder McLaughlin, Stephane Nicoli, Kasey Elise,

Género: drama, coming-of-age. Estados Unidos, 2018.

Duración: 85 minutos.

 


 

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