Yago Paris


Si tras un primer episodio de presentación el público ya creía que la acción se desataría a partir del segundo, se habrá dado de bruces contra la realidad: toca esperar otra semana más para que llegue la gran batalla. Una situación que puede generar incertidumbre y frustración, al sentir el espectador que se le está haciendo perder el tiempo y que el episodio ha sido de relleno. Sin embargo, habría que matizar las diferencias entre ambos episodios para comprender cómo difiere la dinámica narrativa en cada caso. En Invernalia se sucedieron múltiples encuentros y otras tantas acciones tuvieron lugar, pero la sensación final era de que nada había avanzado. Caballero de los Siete Reinos, por su parte, podría dar la impresión de ser más de lo mismo, puesto que ni siquiera acontecen grandes hechos o los personajes toman decisiones determinantes para el devenir de la historia. Sin embargo, los modelos narrativos difieren notablemente. Si hace siete días nos encontrábamos ante una narrativa acelerada y un constante cambio de escenarios, en esta ocasión destaca una mayor duración de las escenas y la concentración de la acción en una misma zona geográfica del universo de la serie. 

Ejemplos claros de esta diferente manera de encarar la narración se encuentran en las evoluciones de personajes como Arya (Maisie Williams) o Brienne (Gwendoline Christie), ambas con sendos momentos que matizan sus respectivos arcos argumentales para elevarlos a un nivel superior de complejidad, gracias a un atento desarrollo de los puntos clave que definen sus personalidades. Por otro lado, se suceden toda una serie de conversaciones en lugares recogidos, cuya intención a todas luces es la de exponer cómo afrontan los interlocutores la espera cuando quedan apenas horas para que el mayor mal que el universo conoce los aceche y amenace con aniquilarlos. Estos momentos sirven para mostrar la cara de cada uno de los personajes a la hora de la verdad, cuando la situación es tan límite que uno —el caso más claro, el de Jaime (Nikolaj Coster-Waldau)— se despoja de ataduras como la lealtad a su familia o disputas pasadas y se centra simplemente en sobrevivir. Todo desde la calma y el sosiego de una conversación pausada en torno a un fuego. Aunque se podría entender que las ganas de que comience la batalla final puedan generar en el espectador una sensación de decepción ante el modelo de capítulo que se ha estrenado esta semana, sería cuestionable calificarlo de inconsistente.


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