A vueltas con la vida

Daniél Pérez Pamies


Una noria gigante preside desde el fondo del plano la llegada de Carolina (Juno Temple) a un parque de atracciones de Coney Island. Son mediados de los años 50. El jazz vuelve a iluminar los compases de la melodía. Ella ha ido en busca de refugio, al reencuentro con su padre, Humpty (fantástico Jim Belushi), un operario que vive en una casa destartalada junto al puestecito de tiro al blanco con su pareja Ginny (Kate Winslet) y el hijo de ésta. Desde un nivel simbólico, la inmensa y colorida rueda funciona como una alegoría de la fortuna, pero también arrastra consigo otras connotaciones vinculadas con las ideas de los altibajos de la vida, el movimiento circular y el eterno retorno. La historia se repite, primero como tragedia y después como farsa. Pero, ¿hasta qué punto somos dueños de nuestro propio destino?

La tragedia griega impregna Wonder Wheel para desembocar en un desolador retrato íntimo de un realismo cercano a la literatura de Raymond Carver o Tennessee Williams. El espíritu clásico se filtra en el desarrollo de la trama, pero también lo hace a través de sus personajes: la misma Ginny, convertida en uno de los personajes rotos más interesantes y estimulantes de la filmografía de Woody Allen desde el de Cate Blanchett en Blue Jasmine (2013), o su hijo, ese jovencito pirómano que solo encuentra su particular fuga de la realidad en la destrucción provocada por las llamas o en la sala de cine, dos imágenes prometeicas vinculadas a una cierta enajenación. Existe también una suerte de desdoblamiento del director neoyorquino, tal vez de manera más evidente, en la seductora figura del dicharachero Mickey (Justin Timberlake), un socorrista con aspiraciones a dramaturgo que se siente atraído por los sucesos trágicos y, a causa de esa fascinación, termina por verse envuelto en una historia abocada a un desenlace fatídico. Su labor de narrador, interpelando directamente al público de la sala, retorna la imagen célebre del director judío dirigiéndose a los espectadores desde la pantalla de cine, como hiciera por ejemplo en Annie Hall (1977), a la vez que lo instaura como una especie de corifeo. Pero el espíritu griego también salpica la cinta de manera más juguetona, por ejemplo con la aparición del libro “Hamlet y Edipo” de Ernest Jones, que precisamente lee el personaje de Mickey y que permite trazar una línea que atraviesa la tragedia desde la Antigüedad hasta lo contemporáneo. Nada nuevo para un director que nunca ha ocultado su fascinación por Sófocles y los grandes autores griegos.

La virtuosa fotografía de Vittorio Storaro, que ya había trabajado junto a Allen en Café Society (2016), baña de una luz dorada la mayoría de los escenarios de la pasión, cargando las imágenes de una profunda melancolía. La fotografía de Storaro llega a alcanzar una expresividad tan grande que, incontrolablemente, por momentos termina por desviar cualquier tipo de atención sobre la acción. Pese a todo, la concepción del drama según Woody Allen se abre paso en una de sus formas más consistentes y destacables desde la época de Hannah y sus hermanas (1986).

“Tenemos que engañarnos para sobrevivir”, decía en una entrevista el pesimista alegre (así definía Truffaut al director neoyorquino), una frase que perfectamente podría contener el sentido y motor que impulsa el desarrollo de Wonder Wheel. Todos sus personajes, de una manera u otra, buscan su particular vía de escape de una realidad que les resulta insoportable, desde el alcohol hasta el fuego. Una fuga que, llevada al extremo, termina por convertirse en un trayecto de ida sin posibilidad de retorno. La enajenación del alma se convierte en la única anestesia de los sentimientos. ¿Podemos librarnos de nuestro destino? ¿Hasta qué punto somos los responsables de nuestras propias desdichas? Todas estas preguntas sacuden el determinismo trágico y recorren el rostro de Ginny. Y mientras, la noria del parque de atracciones de Wonder Wheel, testigo muda de este drama tan pequeño y a la vez tan grande, continúa girando impasible.



 

WONDER WHEEL

Dirección: Woody Allen.

Reparto: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple, James Belushi.

Género: Drama. Estados Unidos, 2017

Duración: 101 minutos.

 


 

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