Un martillo no pregunta por qué golpea
Jaime Lorite
En su interesantísima Tenemos que hablar de Kevin (2012), la directora Lynne Ramsay parecía, por momentos, estar imaginando una secuela hiperrealista de La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968). Enigmática desde el principio hasta el final, la ambigüedad de la narración permitía entenderla tanto como película de terror –el enfrentamiento a la maldad pura–, drama psicológico e, incluso, provocadora comedia negra: al fin y al cabo, ¿y si solo hablaba de cómo una madre y un hijo estrechaban la distancia que les separaba, por escabroso que fuera el trayecto, hasta llegar a darse el abrazo? No son muchas más las respuestas que se obtienen de En realidad, nunca estuviste aquí, nuevo trabajo de Ramsay, que vuelve aparentemente a tomar como referencia un género y una estética muy populares (el cine de acción) para cuestionarlos e introducir numerosas capas de conflicto. Joaquin Phoenix recoge el testigo de aquel Charles Bronson de El justiciero de la ciudad (Michael Winner, 1974) que recorría las calles para poner a los delincuentes en su sitio, pero con un cambio de motivación significativo: poder suicidarse tranquilo es su gran aspiración.
«Tenía que ser puro. Tenía que ser un santo. Tenía que ser discreto. Había llegado a creer que él era el elemento recurrente de todas las tragedias que experimentaban las personas con las que se topaba. Entonces, si lograba minimizar su impacto y su responsabilidad, existía la sutil posibilidad de que los demás no sufrieran de nuevo. (…) Veía el trabajo como una forma de equilibrar el terreno de juego. Todos compartían la responsabilidad –en ambos extremos de la balanza moral– y él era útil. Un martillo no pregunta por qué golpea». El escritor, actor y humorista Jonathan Ames firma la novela corta de mismo título (2013, editada en España por Principal de los Libros con traducción de Carlos Lozano Wolfgang) en que se basa la película. Conocido sobre todo por ser el creador de la serie de autoficción Bored to death (2009–2011), Ames ha mostrado en su trayectoria una clara inclinación hacia la literatura negra (su homólogo en la serie llevaba siempre un ejemplar de Adiós, muñeca, de Chandler, en la gabardina) y de ella se empapa una novela que se mueve de forma explícita en esas coordenadas de intriga deductiva. Aunque la versión cinematográfica adopta un tono distinto, Ames y Ramsay siguen un procedimiento no tan dispar a través del carácter trastornado del protagonista, que actúa como un virus hasta desmantelar el aspecto convencional de ambos relatos (la ficción detectivesca por un lado, el thriller de venganza por otro) y transformarlos radicalmente.
La enorme potencia formal de la directora, cuya habilidad para el montaje fragmentado convertía Tenemos que hablar de Kevin en una perturbadora experiencia sensorial, zambulle al espectador hacia el fondo de la mente de un personaje roto. Los antecedentes que el libro detalla para entender la psique de su héroe trágico no aparecen aquí expuestos con tanta precisión, sino que son sugeridos mediante conexiones visuales (rostros por la calle que le recuerdan a cadáveres), hilos de pensamiento (los segundos que cuenta mientras se asfixia en uno de sus intentos suicidas… que enlazan con los segundos que quizá esté contando una niña en peligro) o emanaciones en el espacio físico (el fantasma del padre abusador paseándose por los rincones de su casa semiencantada).
Contundente, ultraviolenta y seca, En realidad, nunca estuviste aquí se presenta como una película esquiva y casi incontestable porque toda ella está ambientada en una situación límite, el final de un camino delimitado por la propia pulsión de muerte de su protagonista. Sin embargo, al igual que el desenlace totalmente abierto de la novela actuaba como una deliberada contradicción de esos términos, Ramsay –que amplía y mejora sustancialmente ese último tramo, sin por ello alterar el sentido– introduce un epílogo que varía bruscamente el registro del conjunto. Sus títulos de crédito, con el escenario vacío donde vimos por última vez a unos personajes que (jugando con el título) ya no están ahí, invitan a pensar que se ha producido un salto a otra historia de distinta naturaleza.


EN REALIDAD, NUNCA ESTUVISTE AQUÍ
Dirección y guion: Lynne Ramsay.
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Ekaterina Samsonov, Alessandro Nivola, Alex Manette, John Dorman, Judith Roberts.
Género: intriga. Reino Unido, 2017.
Duración: 95 minutos.
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Graduado en Periodismo, estudiante de Comunicación Audiovisual, y, a pequeña escala, director y guionista de cine. Escribí en La Gaceta del Kinántropo. Cantar en un grupo de punk y rodar un cortometraje de kung-fu donde un caballo explotaba pasa por ser, de momento, lo más reseñable de mi vida.