Spoor: El rastro (Pokot)
Amélie contra el mundo Yago Paris Una de las películas más desconcertantes de todo 2015 fue Mortdecai. La cinta dirigida por David Koepp y protagonizada por Johnny Depp mezclaba sin […]
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Amélie contra el mundo Yago Paris Una de las películas más desconcertantes de todo 2015 fue Mortdecai. La cinta dirigida por David Koepp y protagonizada por Johnny Depp mezclaba sin […]
Una de las películas más desconcertantes de todo 2015 fue Mortdecai. La cinta dirigida por David Koepp y protagonizada por Johnny Depp mezclaba sin ningún pudor ni sentido del ridículo toda clase de referencias, tonos y géneros, hasta el punto de que uno se preguntaba que a qué paladar se pretendía satisfacer con semejante mejunje. Otro ejemplo similar se vivió el mismo año con el estreno de La modista, obra de Jocelyn Moorhouse en la que el melodrama más intenso trataba de comunicarse con una histriónica comedia del absurdo. Innumerables giros de guion, inverosímiles todos y cada uno de ellos, describían Australia como una tierra de chiflados, y la presencia de una estrella consagrada como Kate Winslet al frente de semejante proyecto aportaba todavía más extrañeza al resultado final. Salvando las distancias con estas dos auténticas piezas de estudio, Spoor (el rastro) juega en la misma liga: mezcla de géneros, uso desconcertante de la comedia y juego con la puesta en escena para reformular los códigos de representación.
El nuevo film de la veterana directora polaca Agnieszka Holland adapta Pokot, novela de su compatriota Olga Tokarczuk. En ella se narra la vida en una comunidad rural de los bosques polacos en pleno contacto con la naturaleza y su fauna. Dentro de la aparente tranquilidad del lugar, dos tipos de crímenes se suceden ante la inoperancia de las autoridades: la caza de animales por diversión y fuera de la época establecida y el asesinato de los propios cazadores, que van cayendo uno a uno en lo que a todas luces parece un ajuste de cuentas por parte del propio bosque. De esta manera se teje una trama de misterio con tintes sobrenaturales en la que la protagonista, una animalista de corazón inmenso y apariencia lunática, tendrá mucho que decir.
Lo que podría ser un thriller de misterio al uso, con ritmo pausado, atmósferas densas y una profunda investigación policial, en manos de Holland se convierte en una cinta pintoresca, pasada de revoluciones y con un toque naíf, como si la protagonista de Amélie luchara por cambiar un sistema corrupto desde los cimientos. La puesta en escena abusa de grandes angulares y encuadres desde ángulos poco ortodoxos, lo que ayuda a aumentar la sensación de desconcierto. Los personajes, a cada cual más peculiar que el anterior, convierten la sobreactuación en ley de vida. A todo esto se le suma el componente sobrenatural, lo que da lugar a las visiones de la protagonista, cada una de las cuales está rodada al más puro estilo Michael Bay — cámara lenta, fotografía contrastada y granulada, preciosismo superficial—. Por si fuera poco, la defensa alocada de la naturaleza y los animales se desarrolla a partir de un planteamiento feminista, cuando menos, peculiar: todo el mal que causan los hombres se debe a que la testosterona les nubla la mente.
A estas alturas de la crítica cabe preguntarse si todo el despliegue de transgresiones combina y aporta valor al resultado final, y lo cierto es que, para quien escribe estas líneas, la mezcla es tan irregular como sugerente. La falta de pudor siempre es un valor a destacar en una época como la actual, en la que el grueso de las producciones cinematográficas parecen más preocupadas por no cometer un error que por aportar algo que merezca la pena verse, por lo que, aunque parece evidente que la directora está lejos de domar la bestia que ha creado, desde luego consigue que Spoor se convierta en una experiencia difícil de olvidar.
SPOOR (EL RASTRO)
Dirección: Agnieszka Holland.
Reparto: Agnieszka Mandat-Grabka, Jakub Gierszal, Katarzyna Herman, Andrzej Grabowski, Tomasz Kot.
Género: thriller. Polonia, 2017.
Duración: 128 minutos.