La llamada
Milagros en La Brújula Daniel Pérez Pamies “La música hace milagros, Milagros”, es el simpático mantra con el que bromean una maravillosa Gracia Olayo, caracterizada como la hermana superiora sor […]
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Milagros en La Brújula Daniel Pérez Pamies “La música hace milagros, Milagros”, es el simpático mantra con el que bromean una maravillosa Gracia Olayo, caracterizada como la hermana superiora sor […]
“La música hace milagros, Milagros”, es el simpático mantra con el que bromean una maravillosa Gracia Olayo, caracterizada como la hermana superiora sor Bernarda, y Belén Cuesta, en el papel de la hermana Milagros. Ellas son las responsables de mantener el orden en La Brújula, un campamento religioso cuyo nombre ya parece anunciar esa idea de búsqueda de un rumbo vital, que será la que marcará La llamada.
Esa llamada, aludida en el título, es la que recibe María (Macarena García) nada más arrancar la película, cuando un señor cincuentón bajito vestido de blanco nuclear, presupongo que Dios (Richard Collins-Moore), se le aparece para cantarle canciones de Whitney Houston. Como si fuera Frankie Avalon cantando Beauty School Drop Out en Grease (Randal Kleiser), las paredes de la cabaña de María se abren para mostrar una infinita escalera al cielo por la que desciende este caricaturesco y cantarín personaje, destinado a despertar la vocación de María. Pero la llamada es también la crisis de fe de la hermana Milagros, o la de la amiga íntima de María, Susana (Anna Castillo), otra rebelde alocada fanática del reggaeton.
Javier Ambrossi y Javier Calvo trasladan así, a la gran pantalla, su exitosa comedia musical después de tres temporadas en la cartelera madrileña. Siguiendo esa máxima que ahora aparece reconvertida en el nombre de una de las productoras: “Lo hacemos y ya vemos”, Ambrossi y Calvo parecen lanzarse por primera vez a la aventura cinematográfica con la misma buena voluntad, simpatía e ingenuidad con la que sucede todo en su película.
Por supuesto, La llamada introduce los elementos suficientes como para escandalizar a cualquier mojigato, pero su discurso queda muy lejos de cualquier transgresión. Tampoco creo que lo pretenda: una comedia musical más cercana al kitsch de Sor Citroën (Pedro Lazaga) y Sister Act (Emile Ardolino), que a Jesucristo Superstar. Y, sin embargo, no puedo dejar de pensar en qué habría sido de todo ese sentimiento naíf, de todo ese humor inocuo, aséptico, blanco y blando… qué habría pasado con todo ello si, ese mismo material, altísimamente inflamable, hubiese caído en las manos de directores combativos como Buñuel o Almodóvar. El contenido está, pero la intención es diametralmente opuesta. Solo un momento, en el que el cuerpo de María se contorsiona bajo una de las actuaciones de este Dios angloparlante, permite adivinar una apuesta que coquetea con la ironía y las películas de posesiones, pero dura bien poco. Todo lo que podría quedar de la catarsis musical, que reivindicaba las diferencias e individualidades, en el baile final de Little miss sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris) se ha malinterpretado completamente. Y, en el camino, la ingenuidad ha ganado la batalla al ingenio. O quizás es cosa mía que, pese a ese maravilloso elenco de actrices, realmente la electricidad que mantiene la chispa de la película, he sentido muchas cosas menos la llamada. Y eso que me hubiera encantado.
LA LLAMADA
Dirección: Javier Ambrossi y Javier Calvo.
Intérpretes: Macarena García, Anna Castillo, Belén Cuesta, Gracia Olayo, Richard Collins-Moore, María Isabel Díaz, Secun de la Rosa, Esti Quesada.
Género: Comedia musical. España, 2017.
Duración: 108 minutos.