Todo mujer
Mi casa en ruinas Quizás la imagen más elocuente de Todo mujer sea el momento en que Amelia (Isabel Ordaz), una mujer acechada por la miseria y la muerte, se […]
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Mi casa en ruinas Quizás la imagen más elocuente de Todo mujer sea el momento en que Amelia (Isabel Ordaz), una mujer acechada por la miseria y la muerte, se […]
Quizás la imagen más elocuente de Todo mujer sea el momento en que Amelia (Isabel Ordaz), una mujer acechada por la miseria y la muerte, se agacha para mear encima de un mapa del mundo extendido en el suelo. Como si estuviera gritándole en silencio al universo que no le importa lo más mínimo su grandiosidad, sus posibilidades, sus secretos. Clamando, sin más, que ya nada le importa, porque ya a nadie le importa ella.
Este poso de desánimo, de pusilanimidad bien encontrada, es lo que sobrevuela el nuevo film de Rafael Gordon. En él, se cuenta la historia de esta mujer trastornada por las ausencias de su palacete instalado en Segovia, una gran estancia por la que deambula sin dirección y en la que recibe la visita de algunos conocidos. El gran concepto de su historia es la supervivencia. Pero, ¿a qué intenta sobrevivir Amelia? ¿A sus recuerdos? ¿A sus penas? ¿A ella misma? Entre esas personas que la visitan se encuentra su hermana, que le recuerda no sin cierto desprecio que de joven era toda sexualidad. “Tú siempre eras el centro de atención”, le dice, no sin envidia, no sin rencor. “Y ahora estás sola, sin dinero, sin hombre, sin familia”, le dice, metiendo el dedo en la llaga. Esa imagen contradictoria entre su pasado y su presente, entre la juventud perdida y la madurez no aceptada, lucha dentro de ella. Se refleja en los múltiples espejos de la mansión, que parecen devolverle la mirada intentando hundirla aún más en sus miserias.
Al final, esa imponente casa en la que tiene lugar la película es una suerte de metáfora de la propia protagonista. Como ella, está en pleno derrumbe, convertida de la noche al día en un cúmulo de sombras de lo que fue en el pasado. Es una tumba mal conservada en la que se escuchan los susurros de quienes ya no están. Y son ensordecedores para Amelia. Aunque Gordon acompaña este relato con imágenes cargadas de significado (miradas al espejo, la citada escena del mapa del mundo, etc.), su puesta en escena está teñida de una teatralidad evidente. Esto no es necesariamente un reproche, pero por momentos da la sensación de una cierta prudencia que le impiden llevar su propuesta cinematográfica a un nivel más radical.
¿Habría sido más impactante de otra forma? Quizás, o quizás no. Todo mujer es como es, y en su ser es un perturbador viaje al interior del personaje de Isabel Ordaz, que sabe llenar la pantalla de sugerentes gestos. Ella es la película, y la película es ella.
TODO MUJER
Dirección: Rafael Gordon.
Intérpretes: Isabel Ordaz, Alfonso Arranz Lago, Arantxa de Juan, Miguel Torres García.
Género: drama. España, 2015.
Duración: 98 minutos.