Amarás sobre todas las cosas
Amar y (des)equilibrar La danza contemporánea desafía la contención impuesta por los límites clásicos, al dotar a los cuerpos de libertad y espontaneidad de movimiento. A través de este lenguaje […]
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Amar y (des)equilibrar La danza contemporánea desafía la contención impuesta por los límites clásicos, al dotar a los cuerpos de libertad y espontaneidad de movimiento. A través de este lenguaje […]
La danza contemporánea desafía la contención impuesta por los límites clásicos, al dotar a los cuerpos de libertad y espontaneidad de movimiento. A través de este lenguaje de expresión corporal, Chema de la Peña busca la conexión entre la emoción y su locución en su último largometraje, Amarás sobre todas las cosas. La historia es una de tantas (demasiadas) que pueblan la cinematografía de cualquier país: el reflejo de la imposibilidad de establecer relaciones de amor no tóxico en nuestros días.
Chema de la Peña coescribe y dirige este drama coreografiado donde las imágenes, la música y la danza se articulan para contar el romance de Teo (Israel Elejalde) y Ana (Lidia Navarro), una pareja que experimenta la plenitud y la ruina (de forma intermitente y constante) que supone amar y ser amado. En este contexto de emociones extremas, el director construye el relato a partir de escenas intemporales, cuya coherencia discursiva se ajusta a la voluntad de visibilizar los momentos donde surgen los puntos de ignición de la relación. A pesar de la intemporalidad latente, sí se manifiesta la erosión provocada por el paso del tiempo. El entorno se convierte en testigo y delator del peso que otorga ese transcurrir temporal, a la vez que transmite toda la poética visual de los escenarios naturales en los que acontece el film. Estos parajes naturales, imágenes estáticas (en distintas épocas del año) a modo de preludio con que se abre la cinta, son testigos de una escena en la que Teo y Ana se bañan desnudos en una laguna, nadando hacia delante, juntos, sin pausa, acompasados al principio, saliendo a respirar en momentos distintos después. De la Peña consigue reflejar esta conexión entre lo terrenal (los paisajes naturales) y las pasiones del alma (la necesidad de amar), y acierta al emplear la danza como nexo de unión (entre ambos elementos) y catarsis personal.
Camille Hanson coreografía el dolor, la pasión, la necesidad de rabiar, de explotar, la anestesia vital, la euforia. A través de los movimientos, las fricciones, los roces y las caricias de los cuerpos de los protagonistas y de sus alter ego (sus necesidades encarnadas en dos bailarines que los acompañan, sustituyen o que incluso abrazan y consuelan a Teo y Ana), se hacen visibles las emociones y sentimientos que subyacen en lo más profundo del alma humana y contaminan cada paso del camino.
Amarás sobre todas las cosas está saturada de dolor. Concluir (a partir del retrato de Teo y Ana) que es imposible satisfacer la necesidad vital de amar es resignarse a aceptar la inexistencia de un amor sano, algo que ya vaticina la cita que abre el film: “no habrá más estabilidad, solo desequilibrio”. Quizá el problema de este discurso esté en considerar la resignación como única forma de amar, en aceptar el dolor como parte definitoria de una relación y en rechazar el amor líquido como mecanismo de defensa frente al romanticismo conservador.
AMARÁS SOBRE TODAS LAS COSAS
Dirección: Chema de la Peña
Guion: Chema de la Peña y Juan Manuel Romero
Intérpretes: Israel Elejalde, Lidia Navarro, Nathalie Seseña, Eva Voucherite, Óscar Lozano
Género: drama. España, 2016.
Duración: 104 minutos.