No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas
¡Viva la pluma! El vestuario es una parte fundamental del cine a la que no damos importancia si no es una película de época. Personalmente, siempre me fijo en qué lleva […]
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¡Viva la pluma! El vestuario es una parte fundamental del cine a la que no damos importancia si no es una película de época. Personalmente, siempre me fijo en qué lleva […]
El vestuario es una parte fundamental del cine a la que no damos importancia si no es una película de época. Personalmente, siempre me fijo en qué lleva cada personaje (llamadme rara). No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas tiene un guardarropa que es imposible no mencionar: coloristas, arriesgado y evolutivo. De esos que te dan ganas de sacar el móvil y fotografiar cada modelito de Verónica Echegi para luego ir de tiendas por Malasaña (o Gràcia) atosigando a las dependientas hasta encontrar ese crop top de formas geométricas, ese vestido de flores, la pajarita de plumas o esos tocados tan extravagantes. Por no hablar de los quimonos, he tenido sueños eróticos con los quimonos de No culpes al karma. La estilista Cristina Rodríguez (conocida por el programa Cámbiame) ha creado un guardarropa difícil de olvidar.
Pero la moda en No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas es algo más que un deleite para los sentidos. Es una parte fundamental de la historia. Basada en la novela homónima de Laura Norton (Espasa, 2014) cuenta la historia de Sara (Verónica Echegui), una diseñadora del barrio de Malasaña un poquito desastre que descubre la putada (con perdón) que es ser veinteañera, querer cumplir tus sueños y pagar las facturas (ojo a que es “independiente” en el piso de su abuela). Junto a ella, David Verdaguer interpretando a su novio Roberto: un emigrado que trabaja de arquitecto en París y al que parece que le tira más Chueca que Malasaña (hay mucha pluma volando en esta película). Y, por último, Aarón (Álex García), el típico guaperas que lo tiene todo: fama, amor, dinero y una pesadumbre en el alma que le obliga a ser un melancólico empedernido calentado sólo por el amor en las redes sociales.
La directora Maria Ripoll no es nueva haciendo grandes éxitos de la taquilla para el público juvenil, ya lo consiguió en 2015 con Ahora o nunca, donde unía a María Valverde (protagonista del taquillazo 3 metros sobre el cielo) y Dani Rovira (el novio imperfecto de Ocho apellidos vascos y catalanes). Ahora, vuelve con otra frívola comedia romántica de las que te sacan a la adolescente interior y te hacen saltar de emoción cada vez que los protagonistas se miran. Porque vale, Sara (Echegui) está con el buenazo de Roberto (Verdager), pero todas queremos que termine con el prometido de su hermana modelo, que resulta ser su amor de instituto y que es un tío bueno, sensible, cantautor profundo… Folletín adolescente, he dicho.
Sin embargo, tras esa patina de romance ligero, colorista y divertido, No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas es una radiografía de los distintos perfiles de joven que habitan en los barrios «modernos» y en Instagram. Una mezcla entre Moderna de Pueblo y Bridget Jones (cambiando las bragas de abuela por los camisones de solterona de novela de Pérez Galdós) que trata con humor los desastres del día a día de los nuevos emprendedores, soñadores y un poco gilipollas, que culpan al karma de sus malas decisiones. Muy recomendable para pasar un rato divertido en el cine y luego salir a la caza y captura de un nuevo vestuario mientras reflexionas sobre lo identificada que te sientes con los personajes.
NO CULPES AL KARMA DE LO QUE TE PASA POR GILIPOLLAS
Dirección: Maria Ripoll
Guion: Carlos Montero, Breixo Corral
Intérpretes: Verónica Echegui, Álex García, David Verdaguer, Alba Galocha, Cecilia Freire
Género: Comedia, España, 2016
Duración: 98 minutos
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