Pocos entrevistados en INSERTOS nos imponen tanto respeto como Lone Scherfig (Søborg, Dinamarca, 1959). Tanto si te gusta el cine comercial como si te van las complicaciones de autor, es altamente probable que ella se haya cruzado en tu camino: se trata de la directora de An education (2009), aquel amable drama de Oscar que puso en el mapa a Carey Mulligan, y también la responsable de dos delirios escandinavos mayúsculos, y totalmente imprescindibles, como son Italiano para principiantes (2000) y Wilbur se quiere suicidar (2002). Por no mencionar su militancia en uno de los movimientos cinematográficos más importantes de la historia, el del Manifiesto Dogma ’95.

Con motivo del Premio Mirada Internacional que el Festival de Cine de Madrid ha entregado a la directora, como reconocimiento por toda su carrera, tuvimos la posibilidad de intercambiar con ella unas palabras junto a las compañeras del blog IV Acto. Una entrevista en la que le dio tiempo a hacer balance de su trayectoria, a invocar el fantasma de un compatriota danés non grato en Cannes, ¡y a prometernos que volverá a hacer comedia!

El premio que le entregan esta semana se llama Premio Mirada Internacional. ¿Cómo describe Lone Scherfig su mirada?

Se trata de un reconocimiento muy bonito, me siento orgullosa. Además, en cierto modo, es útil, porque resulta tranquilizador que llegue un día en que puedas parar a contemplar tu obra como conjunto.

Respecto a mi mirada: soy europea, y soy realizadora en el sentido más clásico por la formación que recibí. Probablemente, si hubiera nacido en México mi cine sería distinto: la nacionalidad inevitablemente es parte del pack. Cuando estoy en el set con los actores, mi función consiste en investigar qué opciones tengo para cada película, probarme y encontrar lo que más sentido tiene para mí. Trato de extraer lo mejor de los guiones y de las personas con las que trabajo, porque, por supuesto, cada película se basa en la colaboración de todos los que la hacen. Aunque luego distintas películas que yo haya dirigido tengan cosas en común. No forma parte de ninguna decisión premeditada, pero, incluso desde mis primeras películas, mirando hacia atrás, puedo apreciar que comparten una especie de tono unitario. Eso me gusta. Por ello, trato de animar a los jóvenes directores y guionistas a que encuentren su propia voz, porque simplemente pueden no ser conscientes de ella. A que piensen en qué pueden contar ellos y que nadie más pueda contar.

¿Qué influencia diría que tuvo la etapa Dogma en el resto de su carrera?

Soy muy perfeccionista, pero, a veces, me gusta confiar en el instante, y pensar en los beneficios que puedes obtener cuando ruedas cosas que te vienen a la mente de pronto, por intuición. Es algo que siempre me ha acompañado, y que aprendí del Dogma. Le pueda dar vida a una película, te permite capturar cosas únicas. Por ejemplo, cuando repito tomas con los actores, intento siempre que hagan algo distinto para que no pierda frescura. Es especialmente bueno para el humor, extraes mucha más comedia de tus actores cuanta menos  presión tienen.

Debo confesar que Italiano para principiantes es una de mis películas favoritas. ¿Por qué, en este último tramo de su carrera, ha hecho tan pocas comedias?

¡Gracias! La siguiente será una comedia. Voy a hacer una nueva película en Nueva York el año que viene, y tendrá mucho en común con Italiano para principiantes, principalmente porque el guion lo vuelvo a escribir yo, lo cual no sucedía en mis últimos trabajos. La nueva película que estreno este año, Their finest, tiene mucho humor también. Creo que la comedia, paradójicamente, te permite hablar mejor de cosas muy tristes. En Italiano para principiantes, cinco personas mueren durante la primera media hora, pero la gente se sigue riendo. Y eso es fantástico. Supongo que es la razón por la que me siento tan a gusto haciendo cine en Inglaterra, allí aprecian mucho la combinación entre comedia y emoción. Eso no significa que yo sea anglófila, ni mucho menos: paso mucho más tiempo en Francia, Italia o Estados Unidos, a pesar de que mis últimas cuatro películas las haya rodado allí. Pero la siguiente, como digo, tiene lugar en Nueva York.

Dice usted que no es anglófila, y sin embargo lleva toda esta década rodando en Inglaterra…

Hay muy buenos guionistas y muy buenos actores en Inglaterra. La tradición de intérpretes inglesa está muy orientada al texto, y eso hace que los actores sean más técnicos, mientras que los americanos parece que lo llevan más por lo psicológico, lo personal y lo emocional. ¡Pero también tengo que destacar la arquitectura! Los ingleses son geniales para los escenarios, amo dirigir en esas estancias, en esos edificios, en esos espacios públicos. Los estudios Pinewood son de los mejores estudios del mundo, en ellos han hecho películas de James Bond o Harry Potter, y también se pueden hacer películas pequeñas y de bajo presupuesto.

Además de trabajar en Inglaterra, en todas estas últimas películas ha recurrido a fuentes literarias. ¿Es por algo en especial?

En realidad, pienso que los guiones originales son mejores. Aunque, en el caso de An education, realmente el guion que escribió Nick Hornby (que leí antes) se basaba en un artículo, el que escribió Lynn Barber sobre su adolescencia. Y cuando vi la obra de teatro de Posh, le pedí a Laura Wade que escribiera ella misma la adaptación [para su película The Riot Club, de 2014], algo que fue una colaboración muy afortunada por ser ella autora del original. Estas adaptaciones les dan a sus películas un carácter más cinematográfico porque están pensadas para la pantalla, pero en las novelas, aunque te ofrezcan un material muy vasto, hay que lidiar con más dificultades. 

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El humor de sus primeros trabajos –Italiano para principiantes, Wilbur se quiere suicidar y Just like home (2007)– llama la atención por lo extremadamente sórdido que es. ¿Tiene algo que ver con la sensibilidad nórdica?

Todas esas películas fueron escritas por mí y, desde luego, no están tan endulzadas como las que he hecho después. Quizá porque las hice cuando era más joven. Pero me gusta su humor. Hay que tener en cuenta que esas películas fueron bastantes libres, y había bastante menos gente dando su opinión y controlando, además de que no tenían ningún tipo de compromiso con el gran público. Eran muy arriesgadas, pero la siguiente película irá por ese camino. Tiene una historia bastante dura. La mezcla entre estas historias y la comedia es bastante difícil, ¡aunque me alegra que tú la disfrutes! [Risas] Las tres películas que has mencionado tienen como protagonistas a hombres treintañeros, ansiosos, en parte agresivos y sarcásticos, así que es normal que el tono cambie respecto a las que he hecho en Inglaterra, con mujeres inocentes y solitarias. No puedes imaginarte a Jenny, la protagonista de An education, soltando frases como «Me chupaste la oreja. Cuando quiera que me chupen la oreja, ¡me compraré un perro!», que espeta Wilbur en Wilbur se quiere suicidar. Son muy diferentes. ¡Pero la nueva peli vuelve a estar escrita por mí! [Sonríe]. Y explorará ambos mundos, tanto el masculino como el femenino.

Usted pertenece a la generación más relevante del cine danés, con directores como Lars von Trier…

[Tuerce media sonrisa.] Tengo miedo de cómo va a acabar esta pregunta.

…Thomas Vinterberg o Susanne Bier. ¿Siguen guardando relación?

Sí. No nos hemos visto mucho últimamente porque trabajamos en países distintos, pero me siento fuertemente conectada a ellos por lo que hemos compartido, y por todo lo que hemos aprendido juntos. Lars von Trier es, definitivamente, la persona que más ha influido en mi trabajo. Thomas Vinterberg es un amigo tremendamente inspirador, inteligente e interesante, y apenas nos vemos porque estamos siempre viajando, pero cuando coincidimos es algo realmente precioso. Somos todos hermanos y hermanas del Dogma, y hemos vivido experiencias juntos, aunque en realidad tenemos edades distintas y no nos hemos formado al mismo tiempo, si bien somos de la misma escuela. Seguimos manteniendo ese sentimiento de comunidad, leyendo los guiones de los otros y ayudándonos. Supongo que esa generación ha sido muy importante para el cine en Dinamarca. Especialmente Lars von Trier.

[Vuelve a hacerse un silencio con su nombre, y se ríe.]

¿Cómo valora, en perspectiva, la evolución de su carrera?  

Ha sido un pequeño paso tras otro, sin más. Hice anuncios, cosas para niños, trabajos para televisión, películas Dogma… y cada una de estas experiencias me ha aportado y añadido algo. Visto en perspectiva, me gustaría haber tomado otras opciones y haber llegado más rápido a donde quería. No obstante, tomarse su tiempo y hacer las cosas poco a poco también tuvo su parte buena. Creo que sería peor hija, hermana y madre si hubiera llegado a Hollywood con 25 años. Y me ha permitido ampliar miras, y dedicarme también a la escritura, la enseñanza, la radio… Pero si hubiera tenido más autoestima, quizá me habría centrado más en el cine desde el principio. ¡Tiene narices que me arrepienta cuando me están dando un premio por mi carrera! [Ríe.] Realmente, no sé qué hubiera sido de mí si hubiera tenido más ambición: no he sido pretenciosa en ninguna de mis películas, pero las cosas que rodé de joven en la escuela de cine… ¡vaya obras de arte! [Pone cara de pavor.]

Ha trabajado con tres actrices fundamentales en el panorama actual: Carey Mulligan, Anne Hathaway y Gemma Artenton. No voy a ser cruel pidiéndole que elija, pero ¿qué destacaría de ellas?  

A esas actrices que citas quiero añadir a Holiday Grainger, de The Riot Club. Todas ellas tienen cosas en común. Carey Mulligan es tremendamente inteligente, cada película que hace siempre es un descubrimiento y una sorprendente elección por su parte. Anne Hathaway es muy fuerte y peleona, tiene una enorme capacidad para acceder rápidamente a sus emociones más profundas. Gemma Artenton… Gemma es una persona increíblemente dulce, cualquiera puede ver esa dulzura suya brillando a través de todos los personajes que hace, ¡de veras, dan ganas de estrujarla abrazándola! [Carcajadas.] ¡Es encantadora! Y Holiday Granger es una chica muy cantarina, repleta de vida, no puedes dejar de contemplarla y admirar su inocencia. Todos los personajes que ellas hacen, por cierto, son jóvenes aspirantes a escritoras, y es toda una coincidencia, no me había dado cuenta de esto hasta hace poco.  

Por último, este año estrena su nueva película, Their finest. ¿Qué nos puede contar?

Es una película sobre guionistas de propaganda británicos en la II Guerra Mundial, durante el ataque relámpago de los nazis sobre Londres. Tiene muchos diálogos de comedia rápidos, estilo ping-pong, por las peleas entre ellos, y también vemos la película que están haciendo; así que es cine dentro de cine. Se trata una declaración de amor a las películas. También es muy londinense, se muestran mucho las calles y lo que se vivía en los momentos de los bombardeos. De todas formas, la proyectamos en el último Toronto Film Festival sin nada de audiencia británica, ¡y les encantó! Ha sido una buena experiencia. Y Bill Nighy está muy divertido. 


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Fotografías: María Sofía Mur 

Agradecimientos a María Cabal, jefa de prensa del Festival de Cine de Madrid

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