El rey tuerto (El rei borni)
My fair mosso A mitad de camino entre comedia incómoda y teatro de ideas, la obra de teatro El rey tuerto, estrenada en Barcelona en octubre de 2012, arrancaba con […]
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My fair mosso A mitad de camino entre comedia incómoda y teatro de ideas, la obra de teatro El rey tuerto, estrenada en Barcelona en octubre de 2012, arrancaba con […]
A mitad de camino entre comedia incómoda y teatro de ideas, la obra de teatro El rey tuerto, estrenada en Barcelona en octubre de 2012, arrancaba con un choque de trenes: una cena de reencuentro entre dos viejas amigas y sus respectivas parejas, que resultan ser, por un lado, un antidisturbios de los Mossos d’Esquadra, y, por otro, un manifestante al que el antidisturbios dejó sin un ojo durante una represión. Las circunstancias políticas –y, también, algún test psicológico mal corregido en las pruebas de acceso a las fuerzas del orden– hicieron que la representación coincidiese en el tiempo con uno de los más vergonzosos episodios de nuestra democracia reciente, como ha sido el caso de Esther Quintana, la manifestante a la que los Mossos d’Esquadra dejaron sin un ojo con una pelota de goma durante la huelga del 14-N.
No puede este crítico evaluar si la película que se estrena ahora, con su director Marc Crehuet de nuevo al mando (en su debut cinematográfico) e igual elenco de actores, se trata de una buena, superior o inferior adaptación porque no tuvo el placer de ver la obra original, pero sí es justo señalar que El rey tuerto sortea con habilidad los dos grandes posibles problemas de las películas de fuente teatral: la impresión de estar ante, esencialmente, teatro filmado no se produce, y la manera escogida para paliar las limitaciones espaciales no ha sido la sobrecarga formal/estética. Crehuet opta por ceñirse lo máximo posible al texto y, a partir de ahí, planificar de acuerdo a sus exigencias, resultando especialmente inspirado a la hora de transformar el ritmo de sus diálogos en desquiciadas variaciones de planos-contraplanos, o, gracias al conocimiento perfecto de sus intérpretes (excelentes todos ellos), atender siempre con la cámara al gesto clave, a la reacción oportuna.
Escrito con inteligencia, el libreto de El rey tuerto brilla por sus ganas de guerra: Crehuet confronta posturas aparentemente adversas rehuyendo todo maniqueísmo y simplicidad, y consigue, a base de detonar pequeñas eventualidades cómicas, desplegar un estimulante fresco ideológico más interesado en las dudas que en las certezas. El rey tuerto conjuga, en un principio, el humor de situación con el thriller de espacio reducido, para después revisar el mito de Pigmalión –o, si se prefiere la referencia fílmica, My fair lady (George Cukor, 1964)– cruzándolo de forma ingeniosa con la temática de toma de conciencia, y el resultado no es una película brillante (el innecesario subrayado del apunte culinario parece enmascarar una necesidad de reconocimiento del dramaturgo) pero sí importante, pues, en la España de la crisis económica, la lucidez no es que sea precisamente un bien a recortar.
EL REY TUERTO
Dirección: Marc Crehuet
Guion: Marc Crehuet
Intérpretes: Alain Hernández, Miki Esparbé, Betsy Túrnez, Ruth Llopis, Xesc Cabot
Género: comedia. España, 2016
Duración: 85 minutos