Las buenas intenciones
El buen don Marcelino (Antonio Banderas), erudito de provincias, tiene dos grandes aficiones y las dos van a ocasionarle algunos dolores a su augusta y académica cabeza: por un lado la arqueología, pasión a la que da rienda suelta siempre que su segunda gran afición se lo permite y con la cual rivaliza la primera: la que siente por su señora esposa, doña Conchita (Golshifteh Farahani). Casi se puede decir que, sin riesgo a exagerar demasiado, toda la película es la narración de unos molestos dolores de cabeza.
Su pasión por la arqueología se desenvuelve plácidamente en el marco de la verde y rocosa naturaleza cántabra de finales del siglo XIX con sus numerosas cuevas inexploradas, y en una de las cuales María (Allegra Allen), la hija de ocho años del matrimonio, encuentra por casualidad unas pinturas rupestres. El buen don Marcelino, eufórico por el descubrimiento, quiere hacer partícipe al mundo académico de semejante noticia pero los grandes estudiosos europeos de la Prehistoria desdeñan el hallazgo y las investigaciones del amateur, al que incluso acusan de farsante. Don Marcelino, que hasta entonces había creído pertenecer a la comunidad de los científicos racionalistas y descreídos en materia de religión, siente que su mundo se tambalea.
Más aún cuando su adorada esposa, aquella doña Conchita que siempre ha mirado con cierta aprensión las actividades de los intelectuales -y que además de beata la pobre parece un pelín boba- va dándole a su marido cada vez más la espalda para acercarse peligrosamente al pérfido cura del pueblo (Rupert Everett), que pretende usar a la cándida y dulce doña Conchita para arremeter contra el irreligioso don Marcelino, caído en desgracia para los intelectuales y sobre todo para una Iglesia que no está dispuesta a admitir descubrimientos científicos que ensombrezcan la indiscutible realidad de la creación divina de Adán y Eva.
Planteada como una lucha entre la razón y la fe, entre la ciencia liberadora y el fanatismo religioso esclavizador, Altamira resulta bastante naíf en su pesado didactismo y en el trazo grueso de unos personajes que oscilan entre los malvados, los buenos y los tontos (sólo la niña María parece escapar a estas categorías, y en verdad que parece la más espabilada de todos). Documento bienintencionado, quizás ayude a promocionar (más aún) el turismo en Cantabria, y a que alumnos de instituto (no de colegios religiosos, ciertamente) vean cómo la ciencia ha logrado avanzar frente a las fuerzas regresivas de la religión. Para otro tipo de público de paladar un poco más exigente, sin embargo, las buenas intenciones se agradecen, pero no siempre satisfacen.
ALTAMIRA
Dirección: Hugh Hudson
Intérpretes: Antonio Banderas, Golshifteh Farahani, Allegra Allen, Rupert Everett.
Género: drama. España, 2015
Duración: