No es casualidad que la película Seven (1995) sea la imagen oficial de esta 48 edición del Festival de Sitges. No lo es, ya que el pecado, que obsesionaba a Kevin Spacey en el film de David Fincher, y la sangre han sido protagonistas hoy en este primer día de una edición que que promete, y mucho.

Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarlos y para limpiarnos de toda maldad.
Juan 1:9

La bruja, el hit inaugural

Aunque todavía deja las puertas abiertas a esa anunciada «vuelta al terror», la película que ha inaugurado este Sitges 2015 ha dado la talla con creces. La bruja, ópera prima de Robert Eggers, ha arrancado los aplausos del público de la mañana, que ha reconocido en ella un brillante comienzo del festival, aunque lamentablemente se haya suprimido esa inauguración nocturna alternativa que tradicionalmente tenía lugar en el cine Retiro. Eggers da el pistoletazo de salida con una historia ambientada en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, donde vive una familia aislada del mundo por sus divergencias religiosas con sus vecinos de la colonia. Ellos solos, en un vasto trozo de tierra situado en mitad de un bosque, intentan sacar adelante una granja mientras la magia negra de una bruja los irá asediando poco a poco.

En una de las escenas centrales del film, uno de los hijos de la familia parece haber sido poseído por fuerzas malignas provenientes del bosque. Sus gritos se convierten en un monólogo estremecedor, que empieza como una maldición de posesión infernal y acaba en un lamento de ojos llorosos y sonrisa irónica mientras declara su amor incondicional a Dios. Esa escena confirma, antes de ver el fantástico final que Eggers tiene preparado, que La bruja es una digna merecedora de estrenar un festival como este, donde se da cita el género más puro y personal. Planos centrados, encuadrando a los personajes por delante como redención y por detrás como acechados por lo infame, abundan en una narrativa ágil y muy dispuesta a poner en duda las más altas connotaciones de la brujería.

Una secuencia de 'La bruja'
Una secuencia de ‘La bruja’

La bruja es elegante sin ser pomposa, tremebunda pero no desagradable, complaciente pero no conformista. Su ambiente oscuro materializado en la espesura de los árboles recuerda al mejor Shyamalan de El bosque (2004), cuya obsesión por apartar el color rojo de la vista de sus personajes converge con la connotación de este color en el film de Eggers, que solo aparece una vez y en forma de capucha que cubre la cabeza de la temida bruja que da título a la película. Entre esta neblina que sume a sus personajes en una ferviente lucha contra el pecado y la tentación, la mitología mágica y los cuentos de hechiceras se abren camino para crear un film que conmemora lo antiguo con una fresca y original personalidad. No en vano fue sensación en el pasado Festival de Sundance. Eggers consigue con La bruja construir una historia que, si bien dista mucho de ser una obra maestra, constituye una ópera prima brillante. Satisface (y mucho) la necesidad de un principio digno y prometedor, que confirma que Sitges apuesta por los talentos emergentes.

Absolutely anything, el Terry Jones de siglo XXI

Simon Pegg en' Absolutely anything'
Simon Pegg en’ Absolutely anything’

Aquí no hay caballeros medievales en una mesa cuadrada o aventuras bíblicas con romanos enseñando gramática latina. Terry Jones, el que fuera el creador de grandes hitos del cine e importante integrante del grupo cómico británico de los Monty Python, se sitúa en Absolutely anything en nuestro presente más cercano para traernos una delirante historia donde discernir entre el bien y el mal será la salvación del planeta Tierra.

Los humanos somos insignificantes y pueriles. Así lo sentencian los alienígenas superpoderosos del film después de ver una selección muy acertada de videos de Youtube, razón por la cual (comprensiblemente) quieren hacer volar el planeta en pedazos. La solución para saber si los humanos merecemos vivir será dar poderes ilimitados a un hombre al azar: Neil (Simon Pegg), un prototípico personaje nerd desgraciado e infeliz. Con todo el humor que le caracteriza, Jones dirige un film hilarante con la simpatía como bandera y lo surrealista como religión, que se asemeja en su línea argumental a películas como Como Dios (2003) o incluso Click (2006). Absolutely anything se nutre de tópicos bien interpretados, gags que funcionan y voces de excepción: los miembros de Monty Phyton para los dictatoriales extraterrestres, en un concepto muy similar al mostrado en La vida de Brian (1979) a través de una nave espacial extraviada, y la del difunto Robin Williams como el perro Dennis. Williams es objeto, además, de un pequeño homenaje en los créditos finales que ha provocado los merecidos aplausos de los espectadores.

En definitiva, Absolutely anything es entretenida y honesta. A través de su dilema moral (¿qué harías tú con poderes ilimitados?) construye una comedia, por momentos del absurdo, por momentos solo simpática, en la que Pegg brilla por su innegable vis cómica alentada por un guion sencillo, pero cautivador, de Gavin Scott y el mismo Jones. Una nada desdeñable pantomima que si algo tiene es su capacidad para disfrutarla.

Mr Right, el Cabezas más auténtico

Una escena de 'Mr.Right'
Una escena de ‘Mr.Right’

Siguiendo en su línea de films internacionales, pero bajo la producción de Jaume Balagueró, conocido y gran amigo del Festival de Sitges, el director andaluz Paco Cabezas presenta en Sitges una película con la que reivindica su estilo y sus gustos. Sus personajes, de locura crónica, conforman una pareja de perfecta e interesante conexión que convierte a Mr Right en una loca comedia de largos diálogos y enfrentamientos armados (y sangrientos). 

Anna Kendrick interpreta a una chica convencida de que su suerte en el amor es pésima. En ese periodo de depresión post-ruptura, conocerá al hombre de sus sueños, aunque no se esperaba que este fuera un infalible asesino con algunos (serios) problemas mentales. La combinación de la comedia romántica con el cine de acción y lucha más salvaje tiene como resultado un film con rabia y encanto. Cabezas, que aseguraba en la presentación de la película que ha querido representar una mezcla entre Cantando bajo la lluvia y Taxi driver, dos de sus films favoritos, consigue construir un discurso propio que busca, por encima de todo, el puro entretenimiento. 

Mr. Right, que nos recuerda en su personaje principal masculino al Dan Stevens de The Guest, presentada en la pasada edición de Sitges, encumbra a su director como un imprescindible del festival. Pese a sus altibajos, Paco Cabezas sabe rematar una historia de amor nada convencional con un sentido del humor fresco y que hace gala, sin ser perfecto, de un guion redondo. Esta será una de esas pequeñas e intrascendentes joyas del festival que, gracias a su elenco, veremos próximamente de las carteleras españolas. 

 

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