Parece mentira pero sí, hemos llegado al ecuador de la presente Edición del Festival de San Sebastián. La ciudad también lo nota, y por eso las alarmas han venido acompañadas con el sonido de la lluvia. Una lluvia que no sólo ha empapado las calles, sino también los corazones de los que nos hemos refugiado en las salas para seguir disfrutando de un día más de esta fiesta del cine.

Eso sí, empezamos con la mañana más bonita y alegre de lo que llevamos de semana. Puede que la palabra bonita suene a superflua o simple, pero no lo es. Bonito es aquello que deja poso por su belleza, que cala hondo y que consigue dibujar sonrisas. Pero no una sonrisa cualquiera; una sonrisa inocente, de las que se dibujan sin separar los labios; las más sinceras. Bonita es The boy and the beast; la primera película de animación que se presenta a Sección Oficial en la historia del certamen. El japonés Mamoru Hosoda encandila con la historia de Kyuta, un humano que, sintiéndose un extraño en su propio mundo, decide seguir a Kumatetsu a otro universo para convertirse en su aprendiz. Es cierto que recuerda a El libro de la selva, quizás sea también por eso que emocione tanto. En cualquier caso, sumerge al espectador en un mar de detalles en los que la lucha, confianza en uno mismo, familia y amistad nadan a sus anchas a sabiendas de que, para conseguir todo aquello que te propongas, es “el alma es todo lo que necesitas”.

A continuación remamos hasta otro océano completamente distinto, y con nombre y apellido propios: el de Woody Allen. Director habitual del Festival – recibió el Premio Donostia e inauguró con Melinda y Melinda en 2004, además de incluir en Zabaltegui-Perlas Match Point y Vicky, Cristina, Barcelona en 2005 y 2008 respectivamente -, vuelve con Irrational Man. Abe Lucas, interpretado por Joaquín Phoenix, es un profesor de filosofía que llega nuevo a impartir sus clases en la universidad en la que Emma Stone es estudiante. Una vez más en la filmografía de Allen, el azar juega un papel fundamental a la hora de determinar los destinos de sus protagonistas. Es profunda, romántica y entretenida; con ese toque de post-reflexión obligatoria del que sus filmes nunca libra.

Ahora seguimos para echar el ancla en Irán y subirse allí con Jafar Panahi a su Taxi Teherán. Perteneciente también a la sección de Perlas, llega de ganar el Oso de Oro y Premio FIPRESCI en la última edición de la Berlinale. Al taxi del director se suceden las subidas y bajadas de distintos y variopintos personajes con los que se descubre cómo es la vida en la ciudad. El taxista/director capta las imágenes a través de una supuesta cámara antirrobos. Su estilo documental hace que se confunda la realidad con la ficción, al igual que se presenta una ciudad que da una impresión de libertad y progreso que se irán progresivamente poniendo en duda. Y no de forma explícita, sino a través del recorrido por sus calles y sus gentes. Inteligente y valiente; una película para ver con los ojos y los oídos bien abiertos.

Tim Roth con uno de sus pacientes en 'Chronic'
Tim Roth con uno de sus pacientes en ‘Chronic’

 

Finalmente, llegamos a puerto de la sección Horizontes Latinos con Chronic. La película del director mexicano Michel Franco atrapa desde el primer plano. Atrapa y te lleva de la mano de su protagonista, Tim Roth, un enfermero que no se limita a acompañar a sus pacientes en su enfermedad, sino que la vive, sufre e incluso disfruta con ellos. Especialista en casos terminales, parece entenderse mejor con los enfermos que con los que no lo están. Por ellos se desvive de una forma en la que los propios familiares no pueden ni comprenden. Él no cambia su mirada por hablar con ellos, no muestra pena ni lástima, consigue hablar su mismo idioma, con el mismo humor y sin la enfermedad grabada en los ojos. Ahora bien, cada vez que uno de ellos muere ha de volver a su vida, en la que no parece desenvolverse tanta holgura. Michel Franco se cuela en cada estancia en la que se desarrolla la película colocando la cámara en un lugar privilegiado y mantiene los planos hasta cambiar a una nueva escena. No hay cortes ni acercamientos, cero distracciones efectistas. Todo lo que quiere que veamos lo muestra desde un mismo encuadre. Chronic deja sobresaltado, pero deja. No actúa como una tormenta en la que todo el agua te cae de un solo golpe, sino que te va calando gota a gota para que cuando te quieras dar cuenta ya estés completamente empapado.

Y así, con necesidad de cambiarnos de ropa y secarnos de tantas emociones, despedimos esta quinta y húmeda jornada. Veremos con qué tiempo amanece mañana, aunque con El rey de la Habana, Moira o La Novia parece que se avecinan chubascos.

 

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