El melodrama de explotación


Su cine ofrece vastos motivos para la discrepancia, pero no sonaría juicioso, a estas alturas, negar la sagacidad de Susanne Bier como realizadora. Representante de esa nueva sensibilidad escandinava –con Lars von Trier a la cabeza– interesada en el melodrama radical como terreno para las inquietudes y experimentos de auteur, Bier, durante dicha exploración, puede que haya acabado yendo a parar a la zona de los culebrones más desacomplejados… pero, eh, también ha acabado ganando un Oscar. Los tiempos de la innovación artística a la que aspiraba el Colectivo Dogma quedan ya muy lejos, si bien es de recibo apuntar que los trabajos de la directora nunca estuvieron realmente entre los más interesantes del movimiento: en el fondo, ha habido bastante honestidad en su abandono paulatino de toda transgresión formal y su avance hacia el manierismo hollywoodiense, mucho mejor equipado para sus temas. Sorprende, por tanto, encontrarse ahora con Una segunda oportunidad, extrañísimo pero inconfundible capítulo de su filmografía rodado entre medias de Amor es todo lo que necesitas (2012) y la estrenada antes en España Serena (2014), que, sin ninguna duda, representa también otro ejercicio de radical honestidad por parte de la directora, pero por razones bastante distintas.

Quienes acusaban a Susanne Bier de apoyar su dramaturgia en golpes bajos tendrán aquí dos tazas: Una segunda oportunidad es la desconcertante amplificación del modelo de melodrama que Bier ha esbozado durante años, con todos y cada uno de sus ingredientes clásicos; a saber, recién nacidos con destino aciago, heroinómanos, alcohólicos, fallecimientos repentinos de seres queridos, actuaciones en los márgenes de la moral y gente gritando muy alterada. Pero hasta unos límites tan cercanos a la parodia que cuesta considerar que la directora de Hermanos (2004) y un guionista con tantas tablas como su fiel colaborador Anders Thomas Jensen no fueran conscientes de lo que estaban haciendo. Al contrario, este crítico solo puede ver Una segunda oportunidad como la sorprendente constatación del grado de autoconsciencia que hay en el trabajo de una cineasta tantas veces denunciada como manipuladora, y que aquí parece disfrutar como nunca con dicha condición.

Tras la depuración pop de su estilo que supuso Cosas que perdimos en el fuego (2007), ya con dos actores de primera línea como Halle Berry y Benicio del Toro, parece consecuente pensar en Una segunda oportunidad como el inevitable derivado exploit, formalmente cristalino y alegremente psicotrónico. Susanne Bier renuncia aquí a toda impostura y a toda trascendencia fingida para ser, ni más ni menos, ella misma: esta película no solo no es inferior a sus trabajos más celebrados, sino que es posiblemente el más disfrutable por el modo decidido en que se arroja sobre su historia, un folletín de maternidades tóxicas y maniqueísmos subvertidos, sucísimo en lo ético y lo estético (¡ese bebé lleno de caca!) y narrado con el vigor y la energía con que solo una auténtica creyente en el valor existencial de los culebrones podría contar. Y transmitir.



cartel-segundaoportunidadUNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Dirección: Susanne Bier

Guion: Anders Thomas Jensen

Intérpretes: Nikolaj Coster-Waldau, Ulrich Thomsen, Maria Bonnevie, Nikolaj Lie Kass, Lykke May Andersen

Género: drama. Dinamarca, 2014

Duración: 104 minutos


 

 

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