Historia traumática de padres e hijos
En un momento de Traidores, el psiquiatra y psicoanalista Iñaki Viar explica el concepto lacaniano de la deuda simbólica con el padre, la que muchas personas tienen con aquel que les dio la vida. Para él, dicho concepto estaría detrás de la sacralidad con la que se revisten los nacionalismos, donde la importancia del linaje y la genealogía son fundamentales para el sostenimiento de su andamiaje, es decir, para justificarse su edificio metafórico. Pero Viar no solo ha dejado reflexiones tan enjundiosas como estas a lo largo de un documental donde se desmontan las razones de un nacionalismo concreto, el vasco, y sus manifestaciones sangrientas, fascistas, xenófobas e hipócritas, sino que es el protagonista de la película. Y aún más: aparte de aparecer como joven etarra durante los años sesenta, preso político arrepentido durante los setenta y traidor para el mundo abertzale posteriormente, el doctor Iñaki Viar es el padre de Jon, el director.
Se trata de un trabajo que se presenta como un acto de exorcismo de un trauma, a la vez que se pretende contar un sucinto relato de la historia de ETA desde la perspectiva de los primeros que dejaron la banda armada, aún durante la dictadura. Al pequeño Jon, conmocionado por la violencia terrorista que veía día a día en los años noventa, le marcó descubrir cómo había sido la juventud de su padre. Todo cristalizó en una obsesión que con los años ha dado como fruto una película que expone de manera sencilla la construcción del monstruo terrorista y su intento de perpetuación durante las décadas. Para ello ha contado con el testimonio de primera mano de desatacados responsables de aquellos primeros momentos en la existencia de ETA, gente que jamás podrá entender eso que, en un momento dado, alguien denomina como «nostalgia de una barbaridad». Sin embargo, aparte de las entrevistas y las reflexiones que dejan los intervinientes, hay algo que termina por expresar en imágenes lo demoledora que es esta historia colectiva de dolor: Jon Viar intercala continuamente escenas que grababa de niño con su primera videocámara en las que representaba con sus amigos secuestros, tiroteos y ejecuciones, o coches de juguete que hacía explotar con petardos. No son una ni dos las filmaciones domésticas de esta clase, y en ellas se aprecia la desazón vital de un pequeño en un mundo de adultos donde percibía los sentimientos de culpa paternos y le bastaba mirar por el televisor, o por la ventana, para encontrarse con la barbarie cotidiana.
TRAIDORES
Dirección: Jon Viar.
Género: documental, España, Argentina, 2020.
Duración: 94 minutos.