¿Tiene sentido la ética sin consecuencias?

Yago Paris


¿Es ético hacer lo que te dé la gana aunque no tenga consecuencias? Y en sentido opuesto, si tus actos no tienen ninguna repercusión en el futuro, ¿importa, entonces, hacer lo correcto? En torno a estas preguntas gira Palm Springs, una comedia romántica que utiliza la premisa de los bucles espaciotemporales para ofrecer reflexiones filosóficas de cierto calado en torno a algunos aspectos propios de la generación milenial. En ella sus protagonistas, Nyles (Adam Sandberg) y Sarah (Cristin Milioti), se ven forzados a vivir una y otra vez el mismo día. La película, por su parte, no puede escapar de la inmediata e irremediable comparación con Atrapado en el tiempo, la mítica obra de Harold Ramis de 1993. Estas dos condenas se pueden entender como una losa o como una oportunidad para reformularse. Y esto último es como lo ven los responsables del proyecto —el director Max Barbakow y el guionista Andy Siara—, quienes llevan sendas evoluciones, la del filme y la de sus personajes, hacia terrenos inesperados. 

La película la reformulan de manera tan socarrona como lúcida: puesto que todo el mundo conoce a estas alturas en qué consisten los bucles espaciotemporales, gracias al enorme calado de la película de Ramis, los creadores de Palm Springs pueden permitirse el lujo de saltarse el peaje de la explicación detallada de sus mecanismos. Esto ocurre a través del personaje de Kyle, que en el momento que se inicia la narración ya lleva tiempo en el bucle. Y como todos ya sabemos de qué va esto, no se echa en falta ninguna aclaración. Otra evolución inesperada del filme tiene que ver con lo que comenta Tonio L. Alarcón en este episodio del pódcast A Quemarropa, cuando señala que el guion se fue reescribiendo a medida que se vio la inmensa química que surgía entre los dos actores protagonistas, cuyos mejores momentos se alcanzan en la infinidad de barbaridades que llevan a cabo.

Por su lado, los dos protagonistas son seres muy perdidos en sus vidas, que debido a sus maneras de entender la existencia están condenados a repetir los mismos errores —de ahí que el bucle se pueda leer como una metáfora del día a día—, incapaces de salir de su círculo vicioso de miseria emocional por una conjunción de hechos que alude directamente a la generación milenial: la frustración debida a unas expectativas muy altas sobre la vida, y la ansiedad propia de quien ha sido tan sobreprotegido por sus progenitores que tiene miedo de enfrentarse a la realidad y, habitualmente, se refugia en la virtualidad de internet. Estas dos características dan lugar a un estado de adolescencia permanente, que los autores del filme han sabido reconducir hacia un conjunto de reflexiones filosóficas existenciales. De esta manera, la gran diferencia de Palm Springs con respecto a otras comedias románticas consiste en que el arco transformador de los personajes no pretende reflejar  que los dos personajes pueden al final vivir juntos y felices, sino que estos deben aprender a enfrentarse a la vida, acaben juntos o no. 

Y es aquí donde entran en juego las preguntas del principio del texto: si la generación milenial puede tener la tentación de, bajo el amparo de internet, perder todo atisbo de empatía, colocar su ego como el centro del universo y vivir en un estado de perpetua queja, lo que la cinta viene a transmitir es que lo que uno hace siempre cuenta, pues aunque nadie lo vea y nadie lo sufra, uno debe cargar con las consecuencias de sus actos. Por tanto, lo importante no es lo que piensen los demás, sino qué piensa uno de sí mismo. De la misma forma, aunque la situación no sea ideal, incluso dolorosa, uno puede victimizarse ad eternum y vivir en un estado de drama infinito —algo muy habitual entre la generación milenial, sobre todo en quienes son activistas—, o puede entenderse a uno mismo como algo más que una víctima. De esta manera, los responsables de Palm Springs cierran el doble arco reformulador —el de la propia película y el de los personajes— tomando las condenas de los protagonistas como oportunidades para la exploración y el crecimiento.



PALM SPRINGS

Dirección: Max Barbakow.

Reparto: Andy Samberg, Cristin Milioti, J.K. Simmons, Meredith Hagner, Tyler Hoechlin, Camila Mendes, Peter Gallagher, Dale Dickey, Chris Pang, June Squibb.

Género: comedia romántica. Estados Unidos, 2020.

Duración: 90 minutos.


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