El chico (The Kid)
Repensar el mito Yago Paris Uno de los rasgos diferenciales del estilo de Charles Chaplin consistía en su abrumadora capacidad para entender la trascendencia de un gesto y darle la […]
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Repensar el mito Yago Paris Uno de los rasgos diferenciales del estilo de Charles Chaplin consistía en su abrumadora capacidad para entender la trascendencia de un gesto y darle la […]
Uno de los rasgos diferenciales del estilo de Charles Chaplin consistía en su abrumadora capacidad para entender la trascendencia de un gesto y darle la atención que merecía mediante el lenguaje cinematográfico. Uno de los momentos cumbre de su filmografía tiene lugar en Luces de la ciudad, y no es nada más que el contacto de dos manos, un mero detalle que, gracias a una narración bien armada durante el metraje y a una adecuada puesta en escena, se convierte en una imagen de poder visual arrebatador. Algo similar, en clave cómica, sucede al principio de El chico. Un recién nacido ha sido abandonado en un callejón, al lado de unos contenedores de basura. Poco después Chaplin, quien interpreta su papel estrella de vagabundo, va caminando por la zona y le cae basura desde una ventana de un edificio, justo cuando pasa al lado del bebé. Tras sacudirse el polvo, maldiciendo al responsable de lo sucedido, descubre al pequeño, e inmediatamente mira hacia arriba, entre el enfado, la sorpresa y la incomprensión, como si también hubieran arrojado a la calle al recién nacido. A Chaplin le basta un simple gesto, ejecutado con su habitual elocuencia corporal, para cerrar un gag con la lógica hilarante del clown.
El chico, que recuperamos aprovechando su vuelta a los cines en conmemoración del centenario de su estreno, fue el primer largometraje del ya por entonces también director Charles Chaplin, quien hasta entonces había firmado cortometrajes y mediometrajes. La cinta narra la historia del vagabundo con el niño que se encuentra en la calle, a quien adopta a pesar de ni siquiera tener suficiente dinero para mantenerse a sí mismo. Sumidos en la miseria económica pero llenos de amor y felicidad, ambos salen adelante como pueden, hasta que las autoridades descubren que el protagonista no es el padre biológico del niño y deciden internarlo en un orfanato. Las historias sobre las penurias económicas que vivió el propio Chaplin de pequeño en su Inglaterra natal son de sobra conocidas, de ahí que sea sencillo interpretar esta cinta, cuyo guion también escribe, como una de las más autobiográficas de su autor, quien de por sí en la primera parte de su carrera siempre reflexionaba sobre la pobreza, habida cuenta de que su personaje de clown es un vagabundo.
La aproximación de Charles Chaplin al cine se caracterizaba no solo por su talento para detectar el potencial narrativo de una imagen, sino también por su capacidad para generar una compleja red de emociones, que podían saltar de la ternura a la ira o la carcajada en cuestión de un segundo. Esa manera de tratar la miseria con dignidad y ligereza pero sin obviar sus aspectos más graves, logrando que los gags tuvieran múltiples capas de lectura, era una de las mayores virtudes de un cineasta que no necesita reivindicación. Precisamente por su estatus de figura legendaria, quizás sería interesante volver a El chico para preguntarse cuánto de verdad hay en estas afirmaciones.
Y lo cierto es que, lejos de ser una película mediocre, el autor de estas líneas tiene la impresión de que no se trata, ni mucho menos, de su obra más lograda. Más allá del gag descrito al comienzo, o del clímax dramático, donde los dos protagonistas comparten un plano/contraplano simbólico debido a su estrecha conexión humana y aun encontrándose en localizaciones diferentes, da la impresión de que la cinta pierde brío en su abordaje del componente melodramático de la historia, en esta ocasión excesivamente presente. Esto se reconoce en la manera algo reiterativa con que profundiza en la miserable coyuntura en la que se encuentran los dos personajes. A esta situación se suma otro desequilibrio narrativo, el de una escena onírica final que, más allá de sus virtudes formales, parece un apéndice con escasa conexión con lo narrado hasta entonces. Como si quizás Chaplin estuviera demasiado implicado emocionalmente en el proyecto, cuesta encontrar gags memorables o detalles virtuosos de actuación, cuando en sus cintas ambos suelen aparecer a raudales. No obstante, nada de esto impide que se trate de una obra memorable: el mero hecho de que la película esté concebida para que apenas haga falta utilizar intertítulos dice mucho y muy bueno del talento de Chaplin para la narración en imágenes.
EL CHICO
Dirección: Charles Chaplin.
Reparto: Charles Chaplin, Jackie Coogan, Edna Purviance, Carl Miller, Tom Wilson, Henry Bergman, Lita Grey.
Género: comedia, melodrama. Estados Unidos, 1921.
Duración: 53 minutos.