Carrocerías erógenas

Yago Paris


A la hora de estudiar en retrospectiva la obra de David Cronenberg, resulta imprescindible detenerse en los profundos cambios que se produjeron en su obra entre finales de los ochenta y la primera mitad de los noventa. Si por algo se recordará su cine es por la etapa previa, la que tiene lugar entre los setenta y los ochenta, en la que destaca el concepto de «la nueva carne», una turbia y grotesca combinación del cuerpo humano con elementos mecánicos y/o electrónicos, dando lugar a un nuevo ser, normalmente fuera de control y con tendencias autodestructivas. Precisamente por lo importante que ha sido «la nueva carne» en su cine, resulta muy llamativo observar lo que se produce entre Inseparables (1988), El almuerzo desnudo (1991) y la película que nos ocupa en este texto, Crash (1996), pues entre estas tres cintas se traza la mutación del cine de Cronenberg: el cineasta pasa de hablar sobre el cuerpo y la deformidad explícita a hacerlo sobre la mente y sus invisibles áreas monstruosas. Con Crash, Cronenberg cierra el círculo y da comienzo a una versión más contenida y estilizada de su cine, donde lo grotesco se manifiesta de manera más sutil.

Crash puede que sea la gran obra maestra del director canadiense, por lo que supone una noticia excelente que vuelva a los cines de España para celebrar el veinticinco aniversario de su estreno, en una copia remasterizada en 4K. La cinta, que es una adaptación de la novela homónima de J. G. Ballard, narra la historia de un grupo de personas alienadas que, cada una por su cuenta, tras haber sufrido sendos accidentes de tráfico, descubren una fascinación malsana por los mismos. Sin saber muy bien qué es exactamente lo que sienten ni por qué, cada uno experimenta por su cuenta, hasta acabar uniéndose en la exploración erótica de su nuevo fetiche: la observación de carrocerías reventándose las unas contra las otras. El problema surge cuando observar ya no es suficiente, y en sus cuerpos crece la necesidad de experimentar nuevos accidentes, en una pulsión de muerte que se convierte en la única manera de alcanzar el orgasmo.

El tema central del filme es, en realidad, la serie de deformaciones psicológicas que se puede dar en la sociedad moderna hipertecnologizada, donde el coche se ha convertido en una suerte de extensión del cuerpo humano. El vehículo es una fuente de placer, como también lo son las lesiones físicas, en una mezcla perversa de, por un lado, la fascinación por la máquina, que ya mostraba el futurista italiano Filippo Tommaso Marinetti, y por otro, de algunas prácticas sexuales como el BDSM, donde el miedo ante el peligro es la clave de la generación de placer, que ya solo tiene lugar dentro de la cabina de un automóvil. Por tanto, parece bastante lógico pensar que Crash, que se podría entender como la confluencia de las diferentes vertientes del universo Cronenberg, sea la gran obra maestra de su autor, donde se dan cita y se retroalimentan la conocida como «la nueva carne» y la que se podría denominar como «la nueva mente». 



CRASH

Dirección: David Cronenberg.

Reparto: James Spader, Holly Hunter, Elias Koteas, Deborah Kara Unger, Rosanna Arquette, Peter MacNeill, Yolande Julian, Cheryl Swarts, Judah Katz, Nicky Guadagni.

Género: ciencia ficción, drama. Canadá, 1996.

Duración: 100 minutos.


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