Bond, Lisbeth Bond
Santiago Alonso
Así como no debería haber sorprendido a nadie que, bajo mandato editorial, otro escritor retomara la saga tras morir su creador, estaba cantado que el fenómeno Millennium tendría una segunda vida paralela en el cine. Sí llama la atención el modo agotador en que se hizo. Las tres novelas del sueco Stieg Larsson contaron con las correspondientes versiones filmadas en su país (2009), películas correctas y punto, que después remontaron como serie televisiva (2010), incluyendo nuevas escenas. Posteriormente, demasiado cercana en el tiempo (2011), vino la adaptación estadounidense de David Fincher de la primera obra, Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, un filme frío, mejor que el sueco, muy bien ajustado a la naturaleza detectivesca del libro, pero que aportaba (oh, sorpresa) cero novedades argumentales y confirmaba que la fiebre hollywoodiense por el remake casi siempre es lo que es. De hecho, ahí se estancó la continuidad del proyecto, hasta que ahora se retoma con Millennium: lo que no te mata te hace más fuerte, dando un salto, en busca de aire fresco, hasta la cuarta novela de la serie, escrita ya por David Lagercrantz.
Una renovación se antojaba interesante. También una tarea harto complicada, pues los responsables hacían frente a ciertos problemas. Los principales: uno, cómo se enfoca el nuevo argumento; dos, una tercera encarnación de la heroína, Lisbeth Salander, después del trabajo hecho por Naomi Rapace y Rooney Mara, es decir, una dificultad añadida a la fijación de la imagen de un personaje que ha llegado a ser muy popular. Y al ver lo que ha dirigido Fede Álvarez (Posesión infernal, No respires) se comprueba que la exigencia final para con el espíritu de la saga, según la concibió Larsson e intenta mantener Lagercrantz, ha resultado más bien poca. O mucho mejor dicho, que solamente se ha adecuado a unas exigencias de mercado internacional bien definidas. ¿Por qué no despojarnos de mecanismos policiacos, que, además, suceden en Suecia, y nos ahorramos problemas acercándonos al relato de espías y acción al estilo James Bond más estándar? Como suena. Y es lo que se verá en pantalla. Ni más ni menos.
Pese al buen hacer general del uruguayo –es un realizador con garra, si no, véase la cámara subjetiva que emplea en la tambaleante huida de la Salander herida–, es bastante descorazonador comprobar que, al final, la dinámica de Millennium: lo que no te mata te hace más fuerte ya la encontrábamos encapsulada en los formidables dos minutos de crédito bondianos de la película dirigida por Fincher. Y el trabajo de Claire Foy como la guerrera con el dragón tatuado en la espalda es, sin duda, irreprochable, si bien representa sin mayor trascendencia la visión masculina que tiene Álvarez de una figura de heroína oscura y feminista (según quieren vender) que, conviene recordar, ya venía cortada por mano masculina.
Apenas hay señales en la cinta que recuerden a la novela criminal sueca, que, al fin y al cabo, es la corriente narrativa a la que se adscribió Larsson siguiendo los pasos de los pioneros Maj Sjöwall y Per Wahlöö, o de Henning Mankell, una literatura negra caracterizada por la profundidad a la hora de retratar, como recordaba el creador del inspector Wallander, a miembros de una sociedad próspera que se ven involucrados en conflictos que derivan en violencia, muerte y castigo. Fede Álvarez ha obtenido con merecimiento muchas papeletas para ponerse al frente de un nuevo 007. Sin embargo, parece que Lisbeth Salander se ha quedado definitivamente sin nadie que la filme con provecho.


MILLENNIUM: LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE
Dirección: Fede Álvarez.
Intérpretes: Claire Foy, Sberrir Gudnason, Vicky Krieps, Stephen Merchant.
Género: acción, thriller. Estados Unidos, 2018.
Duración:117 minutos.
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