A vueltas con la identidad

Anaís Berdié


La adolescencia es ese paisaje confuso donde el único mapa existente es el de la búsqueda de la identidad. Una búsqueda que puede discurrir por los rincones de una discoteca brasileña, donde un muchacho disfruta del abrazo de otro, poco antes de acabar en el baño con una chica y dejar al descubierto la ropa interior femenina que viste bajo su atuendo de joven rockero. O en el baño de la casa materna, donde el mismo chico se pinta los labios frente al espejo. La irrupción en ese turbulento paisaje, de una revelación tan brutal como la de haber sido robado al nacer y criado por una madre que deberá ahora cumplir condena por ello, no puede por menos que resultar explosiva, indigerible, aterradora.

La nueva película de la directora brasileña Anna Muylaert, Madre solo hay una, parte de un mediático caso real en Brasil que salió a la luz en el año 2002: el secuestro de un recién nacido a mediados de los ochenta y el reencuentro con su familia biológica dieciséis años después. Sobre esta premisa, la realizadora y guionista de la cinta consigue construir un complejo personaje ficticio, que el actor novel Naomi Nero hace propio con estupenda solvencia.

Y con él sufrimos como si de una película de terror se tratara. Su nueva familia, la biológica, empeñada en llamarle por el nombre que pensaron para él décadas atrás, le “secuestra” por segunda vez en su vida. Y la mirada de Muylaert lo registra todo con cierto tono documental, la cámara en constante movimiento, con dramáticos planos cortos en momentos de tensión y otros muchos tomados desde la espalda del protagonista, dejándonos frente a frente con todo lo que se le viene encima. Consigue trasladar la incomodidad y la angustia al patio de butacas, dosificando la información y manejando la tensión narrativa con un logrado equilibrio entre lo explícito y lo sugerido.

Por momentos tal vez la cinta pierde su propio ritmo interno, con escenas algo desligadas de la trama (las peripecias del nuevo hermano en su instituto) o cerrando de forma abrupta algunos de los senderos abiertos antes (la visita a la falsa madre, el destino de la hermana). Quizá no tan consistente como su anterior trabajo, Una segunda madre, donde la directora también indagaba a fondo en el núcleo de las relaciones maternofiliales y en el peso del cariño frente a la biología, esta nueva propuesta aporta un aire vitalista al cine de una de las realizadoras más interesantes del panorama brasileño.


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MADRE SÓLO HAY UNA

Dirección y guión: Anna Muylaert

Intérpretes: Naomi Nero, Daniela Nefussi, Daniel Botelho, Matheus Nachtergaele, Lais Dias

Género: Drama. Brasil, 2016

Duración: 88 minutos

 


 

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