Elvis & Nixon

Nuthouse Rock

Recreación del disparatado encuentro que tuvo lugar en la Casa Blanca a principios de los años setenta entre el rey del rock (Michael Shannon) y el presidente de los EEUU Richard Nixon (Kevin Spacey), Elvis & Nixon (película dirigida por Liza Johnson) presenta en clave de comedia ácida las veleidades patrióticas y semidivinas del cantante de Memphis, Tennessee, que unidas a la cortedad de luces del presidente de la primera potencia confluyen en una hilarante serie de extravagancias que resulta mayor que la simple suma de sus partes.

El cantante más famoso del mundo decide un día, repanchigado en el sofá de su casa mientras ve la tele, que ha de salvar a su país del peligro que suponen los hippies, las drogas, los Panteras Negras y grupos como los Beatles o los Rolling Stones, por lo que resuelve ir a Washington D.C. al día siguiente y hacer que el presidente de su país escuche sus planes para salvar a los Estados Unidos. Si consigue la placa de Agente Federal Secreto y el permiso para portar armas por todo el país conseguirá infiltrarse -asegura- en el mundo del espectáculo y eliminará desde dentro los elementos antiamericanos y filocomunistas que quieren acabar con la América libre.

Con semejante argumento, Elvis & Nixon presenta una historia inteligente y guasona que, a pesar de su esquematismo formal (una vez más, la fórmula del héroe que decide emprender con ayuda de sus dos aliados un viaje para obtener el Santo Grial o el Anillo, tras superar una carrera de obstáculos y sobreponerse a un revés que parece definitivo pero no lo es; claro, no puede serlo en el minuto 55) conseguirá arrancar bastantes risas a un público que pasará un buen rato viendo lo ridículos que pueden resultar en realidad unas gentes que la televisión y el cine convierten casi en sobrehumanos.

No es descartable que gran parte del atractivo de la película y lo divertida que resulta provenga del recuerdo que los dos protagonistas traen de personajes actuales: el presidente Nixon puede recordar a más de un político de la derecha más intransigente; Elvis Presley recuerda sin duda a algún famoso rockero actual aficionado a visitar presidentes de gobierno y comunicarles su receta para el arreglo del mundo.

Y a la postre, el mensaje (uno de ellos) de Elvis & Nixon resulta ciertamente de una actualidad pasmosa. Un político ensoberbecido que desprecia a todo el mundo, incluido a ese músico megalomaníaco y zumbado que ideológicamente es igual a él y ejemplo de quienes le votan, no es capaz de ver lo que el espectador ha comprendido desde el principio: lo que el cantante quiere obtener del presidente no tiene ni de lejos el valor y el poder de lo que éste puede obtener de aquél: la foto juntos.