La raza humana sobre ruedas

Santiago Alonso 


El ciclismo deportivo en ruta se ha aplicado en dinamitar a conciencia una máxima atribuida a H. G. Wells: “Siempre que veo a un adulto sobre una bicicleta, retomo la esperanza por el futuro de la raza humana”. Los aficionados a las Grandes Vueltas lo saben muy bien y han visto como un deporte con tintes épicos, que en tiempos generó esforzados héroes que protagonizaban hazañas para solaz de las clases populares europeas, se construía sobre la base de la mentira según crecían sus dimensiones globales y asumía plenamente las lógicas de consumo a la nueva usanza. Al destaparse los casos de dopaje y otras trapacerías, se terminaron las odas y la maravilla ante la lucha contra los límites de resistencia. Un escándalo en concreto dio la puntilla: Lance Amstrong, el vencedor de siete maillots amarillos y ejemplo de superación personal tras haber superado un cáncer gravísimo, mejoraba su rendimiento empleando todas las trampas médicas habidas y por haber, según marcaba el meticuloso plan que organizó el doctor Michelle Ferrari.

Este adiós a la épica ㅡy, ya puestos, al utopismo de Wellsㅡ pedía a gritos una película a la altura. En un pena que The Program no lo esté. Lejos de la inteligente y elaborada escritura con la que contaba en Philomena (2013), otra historia real, otra denuncia, Stephen Frears tiene entre manos una reconstrucción que se caracteriza por una palmaria tosquedad. El arco dramático parece haberse elaborado a toda pastilla, un deprisa y corriendo al barullo que quizás hayan impuesto las circunstancias de producción y no la voluntariedad de reflejar el alma de un pelotón. Así se entremezclan episodios biográficos de Amstrong (Ben Foster) con la investigación que llevó a cabo David Walsh (Chris O’Dowd), el periodista de The Sunday Times que cuestionó al corredor, sin que esta última cobre entidad en ningún momento. Poco margen encuentra Frears en el texto de John Hodge, y el realizador se limita a concatenar momentos, muchos de ellos más cercanos al docudrama ficcionado que a otra cosa. Al menos, durante las secuencias finales consigue poner el acento en lo que, según intuimos, realmente le interesa contarnos y que nos atañe como ciudadanos: la facilidad con la que la raza humana se acomoda en el delito reglamentado, la manipulación de los mensajes y la desfachatez. Es el signo de los tiempos.


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THE PROGRAM

Dirección: Stephen Frears.

Intérpretes: Ben Foster, Chris O’Dowd, Guillaume Canet.

Género: drama, biográfico. Reino Unido, Francia, 2015.

Duración: 103 minutos.

 


 

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