Nadie quiere la noche (Nobody wants the night)
Calor de las almas Momento prolífico el que vive Isabel Coixet, que, tras un pequeño descanso de la ficción después de Mapa de los sonidos de Tokio (2009), ha encadenado […]
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Calor de las almas Momento prolífico el que vive Isabel Coixet, que, tras un pequeño descanso de la ficción después de Mapa de los sonidos de Tokio (2009), ha encadenado […]
Momento prolífico el que vive Isabel Coixet, que, tras un pequeño descanso de la ficción después de Mapa de los sonidos de Tokio (2009), ha encadenado en apenas dos años cuatro títulos tan distintos como el beckettiano drama Ayer no termina nunca (2013), su incursión en el terror Mi otro yo (2013), la inesperada comedia Aprendiendo a conducir (2014) –estrenada en España el pasado junio– y, ahora, nada menos que una aventura de época en el Polo Norte (por supuesto, a una escala muy íntima), bajo el nombre de Nadie quiere la noche. Al margen de la mejor o peor opinión que susciten, son pruebas bastante tácitas de la excelente salud creativa de su directora, visiblemente muy segura y muy capaz para atreverse a conquistar otros registros siempre con su personalidad autoral por delante.
La aparente urgencia, a lo Woody Allen, con la que está últimamente facturando películas podría llevar al error de asumir desde un principio Nadie quiere la noche como un trabajo menor y alimenticio, encima inusualmente con guion ajeno (crédito de Miguel Barros; escritor en 2011 de Blackthorn, de Mateo Gil), pero, en realidad, pasa por ser uno de sus mejores trabajos: la película guarda bajo su elegante piel –es una obviedad, pero hay que recalcar el inmenso trabajo de dirección artística y fotografía– una precisa vuelta de tuerca a las estrategias dramáticas que caracterizan la obra de la cineasta, jugando esta vez a abordar de una manera implosiva los habitualmente desaforados universos emocionales de sus personajes. Es, por ello, también el primer trabajo de Coixet en bastante tiempo al que sus detractores podrían entrar: quienes, al pensar en la directora, lo primero que tengan presente sea verborrea a lo Rosalía de Castro que casi siempre acompaña sus imágenes se sorprenderán aquí de encontrarse con su austero inverso. Y, sin embargo, la película es fiel a ella misma de principio a fin.
El vigoroso duelo interpretativo entre una contenida Juliette Binoche y la espectacular creación de Rinko Kikuchi como esquimal aplaca el ambiente gélido de la película, resultona escenificación de la lucha de sus dos solitarias heroínas. Aunque cambien las formas, su modo introspectivo de acercarse al conflicto de Nadie quiere la noche sigue la ruta de siempre: desde la comprensión de una otredad hacia el autodescubrimiento.
NADIE QUIERE LA NOCHE (Nobody wants the night)
Dirección: Isabel Coixet
Guion: Miguel Barros
Intérpretes: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne, Matt Salinger, Velizar Binev
Género: drama de supervivencia. 2015, España
Duración: 118 minutos