Dos dolores
Dos protagonistas y dos tragedias. Cada uno sobrelleva la propia, y en ambas la figura del joven Kai (Andrew Leung) ocupa el centro. Kai ha muerto y, por separado, sobrellevan la pérdida su madre, Junn (Pei-Pei Cheng), una emigrante chino-camboyana que apenas ha asimilado la cultura inglesa, pues ni siquiera ha aprendido el idioma durante las dos o tres décadas que lleva viviendo en Londres, y su novio, Richard (un notable Ben Whishaw), hundido y sin recursos existenciales tras la pérdida del amor de su vida. El conflicto de la historia será el acercamiento mutuo… si cabe alguna posibilidad de que se produzca.
Igualmente, en torno a dos y solo dos momentos recurrentes gira la organización dramática de Lilting, la puesta de largo del hasta ahora cortometrajista Hong Khaou. El primero es la última conversación entre madre e hijo, en el dormitorio de la residencia donde vive ella, mientras Kai resuelve la cuestión de llevársela a casa, donde convive con su pareja. Un encuentro que se repite durante el metraje, a veces como memoria, a veces como ensoñación. El segundo momento, compuesto por varios encuentros que forman uno solo, que reconstruye la intimidad de los amantes en la cama, queriéndose y concluyendo que no puede demorarse más el momento en que el hijo revele su homosexualidad a la madre.
Confeccionado con hechuras de exiguo presupuesto, Lilting es un melodrama que apuesta por el minimalismo e intenta engatusar al espectador con ciertos reclamos de filiación asiática. Se presenta casi como esbozo low cost que toma como modelo Deseando amar (2000) de Wong Kar-wai. Y siguiendo esos insignes se presupone que la función mostrará tacto y buen gusto. El filme tiene ambos, efectivamente. También, según adjetiva el título, una tendencia hacia lo cadencioso, aunque termine resultando más bien languidez, producto del lugar común y la repetición, que chispa estilística natural.
A Hong Khaou le mueve el deseo de reflejar los cambios sociales del siglo XXI en lo referente a normalización de las parejas del mismo sexo y el fin de los prejuicios. Una vez que da entender que esa es su pretensión, poco más consigue materializar en imágenes. Aparte de construir el planteamiento sobre una base mínima, introduce de manera forzada los únicos elementos secundarios —la intérprete (Naomi Christie) contratada para hacer posible la comunicación cuando Richard visita a Junn, más la relación de este con el compañero de residencia (Peter Bowles)—, si bien no muestra por ellos, en realidad, un sentido interés más allá de que le sirvan de relleno o de excusa para plantear un juego trivial con los tonos. Sin embargo, ni siquiera es esta la causa de que Lilting se dé el batacazo y resulte a todas luces un trabajo insuficiente. Porque en este planteamiento binario de dos almas y dos dolores, la descompensación entre protagonistas y sus circunstancias, muy a favor de Richard y muy en detrimento de Junn —un personaje monolítico que provoca poca empatía y que posee unos atributos rematados con inverosimilitudes—, es tan determinante que uno casi podría preguntarse si aquí el director chino-camboyano no se estará limitando a escenificar inconscientemente alguna clase de ajuste de cuentas relacionado con su propia biografía. Desde luego, lo que no hay es una actitud sincera hacia las sugestivas posibilidades del melodrama como género.
LILTING
Dirección: Hong Khaou.
Intérpretes: Ben Whishaw, Cheng Pei-Pei, Andrew Leung, Naomi Christie, Peter Bowles.
Género: melodrama. Reino Unido, 2014.
Duración: 91 minutos.