Maps to the Stars, un canto a la libertad
***El artículo revela elementos del argumento para el futuro espectador*** Maps to the Stars es una de esas películas que te sacan de tu zona de confort. Al término de […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
***El artículo revela elementos del argumento para el futuro espectador*** Maps to the Stars es una de esas películas que te sacan de tu zona de confort. Al término de […]
***El artículo revela elementos del argumento para el futuro espectador***
Maps to the Stars es una de esas películas que te sacan de tu zona de confort. Al término de la última escena sentí el impacto de una impresión estética. Luego, entendí que me encontraba bajo el influjo de un ritmo persistente o una música de fondo: el poema Libertad del escritor surrealista francés Paul Éluard, que aparece y reaparece como leitmotiv. Son diecinueve estrofas construidas de forma idéntica; la repetición de la misma estructura produce una cadencia rítmica, como de letanía. Los personajes Clarice (Sarah Gadon), Agatha (Mia Wasikowska) y Benjie (Evan Bird) recitan, en momentos escogidos, los siguientes versos:
Sobre mis cuadernos de colegial
Sobre el pupitre y los árboles
Sobre la arena sobre la nieve
Escribo tu nombre
Sobre toda carne concedida
Sobre la frente de mis amigos
Sobre cada mano que se tiende
Escribo tu nombre
Éluard compuso este poema tras la ocupación de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Escrito para ser leído ante la multitud, como una proclama: es una oda a la libertad. El contexto ha cambiado, y el mensaje se mantiene como un grito a la libertad en esta sociedad aprisionada en Hollywood que retrata David Cronenberg.
Maps to the Stars es una tragedia como la de Edipo o la de Romeo y Julieta. Una tragedia marcada por la muerte de los personajes principales y la tragedia del suicidio de los hermanos Agatha y Benjie. Los amantes de Verona se reúnen y concretan su amor con la muerte. La muerte por la propia mano se erige como símbolo de libertad. El suicidio en la literatura, desde el Romanticismo, se considera el único acto humano trascendental y sublime. Son muchos los amantes que toman esta vía: Melibea, Píramo y Tisbe, Dido, los amantes de Teruel, y la pareja encerrada en el armario de El Ángel Exterminador (aprisionados, en este caso, por la alta sociedad mexicana y los valores burgueses). El joven Werther de Goethe inspiró este gesto romántico a numerosos jóvenes de toda Europa. A lo largo del tiempo, varios escritores, creadores y estrellas se han inmolado en el momento álgido de su fama.
Agatha y Benjie son el chivo expiatorio de esta sociedad doliente que busca la salvación en la falsa espiritualidad de los gurús de Hollywood como John Cusack. El primer síntoma de enfermedad son las visiones, asociadas a la locura. La locura es la explosión de una pugna interior por mantener algo de humano y de emoción verdadera. Los fantasmas se aparecen para atormentar a los vivos, son sus traumas o su conciencia, como en el caso de la actriz Havana Segrand (Julianne Moore). Son apariciones como aquellas de las tragedias de Shakespeare. Son los muertos que retornan para perturbar a los vivos, instarlos a la venganza o a la enajenación.
En este universo de perturbaciones, Cronenberg incluye el tema del incesto. El psicoanálisis, tanto en Freud como en Lacan, considera el incesto un impulso básico de la psique humana: el deseo de retornar a la unidad con la madre. Es la nostalgia de la unidad y del útero materno: el sentimiento de paraíso perdido. El incesto, tan común entre los dioses griegos -Zeus y Hera son hermanos-, es la unión de dos que, en el fondo, son uno. También, es el deseo de encontrarse con el pasado más remoto de la especie humana. Los padres de Agatha y Benjie son hermanos. Es un secreto y acumulan culpa.
Agatha quiere expiar a los padres y purgar a Hollywood de corrupción, frivolidad y falta de humanidad. Llega a Los Ángeles como un fantasma de carne y hueso. La palidez del rostro quemado y los guantes, largos y negros, son elementos de una caracterización típicamente romántica y gótica. Años atrás, la ceremonia de expiación se vio truncada y ella quedó desterrada a un psiquiátrico de Florida. Ha vuelto y todos tienen miedo: es el único personaje con emociones reales. Los acontecimientos se precipitan. Ante el horror, Cristina (Olivia Williams) se inmola, prendiéndose fuego cual Yocasta. La muerte a golpes de Havana Segrand, con la estatuilla de uno de sus premios, pregona la catarsis final: el espectador solo ve el rostro de Agatha salpicándose de sangre.
Los hermanos tienen prohibido verse pero buscan la manera de encontrarse. Ha llegado el momento: «Hoy es cuando todo se acaba, aquí y ahora». Son más que hermanos porque son hijos de hermanos. Conducen en un Mustang a lo largo del crepúsculo hacia el descampado donde intentaron el primer sacrificio. Como en un juego infantil, pronuncian las palabras de unión al tiempo que se colocan los anillos. El amor es más fuerte que la muerte. Recitan conjuntamente, aguardando la llegada de la noche:
Sobre la ausencia sin deseos
Sobre la soledad desnuda
Sobre las marchas de la muerte
Escribo tu nombre
Sobre la salud vuelta de nuevo
Sobre el riesgo desaparecido
Sobre la esperanza sin recuerdos
Escribo tu nombre
Y por el poder de una palabra
Reinicio mi vida
Nací para conocerte
Para nombrarte
Libertad.
(Fotografias: Vértigo Films)