Más allá de la complicidad

Jesús Cuéllar


En 2015, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos argentino publicó el informe Responsabilidad criminal en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado. Jonathan Perel, director argentino que ya ha mostrado en sus anteriores películas (El predio, de 2010; o 7 monumentos, de 2012) su interés en la memoria de la última dictadura sufrida por su país (1976-1983), adopta en Responsabilidad empresarial un enfoque todavía más depurado y sintético que en anteriores películas, fruto de un trabajo artesanal y prácticamente unipersonal. Partiendo del informe antes mencionado, Perel, que estudió Artes Combinadas en la Universidad de Buenos Aires, recorre en coche los escenarios de la colaboración empresarial-estatal en la represión. Coloca la cámara fija dentro de su vehículo y, frente a la entrada de las empresas implicadas o en tomas más distantes, procede a resumir los desmanes registrados en esos centros durante la dictadura (e incluso antes de su inicio), a instancias de los propios directivos y en colaboración con las autoridades golpistas y fuerzas policiales y militares (detenciones, torturas, secuestros, asesinatos). Mientras, se observa lo que ocurre en el exterior de esos lugares: pasan transeúntes y otros coches, las chimeneas de las industrias que aún funcionan echan humo, hay personas que hurgan en los cubos de basura.

Perel nos coloca ante el horror sin plasmarlo visualmente. Lo narra de manera metódica y descarnada, tal como se produjo y, al volver (a la manera de Lanzmann en Shoah), a sus escenarios, trasmite la pervivencia tanto de esos crímenes como de su memoria, la pervivencia de esos «fantasmas» que, como el propio Perel afirma, siguen habitando esos lugares. La vida continúa y, en muchos casos, esas empresas —multinacionales como Ford, Fiat o Mercedes-Benz; o astilleros, fábricas textiles o minas de capital argentino— continúan operando, después de haberse beneficiado enormemente del llamado «Proceso de Reorganización Nacional», gracias a la purga de sus trabajadores más díscolos, la absorción de sus deudas por el Estado y el amedrentamiento de sus empleados para que trabajaran más por menos a cambio de conservar su puesto.

Responsabilidad empresarial no resulta fácil de ver. Formalmente es estática y monótona, como lo sería un guía turístico que recorriera esos ensangrentados lugares de memoria repitiendo casi en todos los casos las mismas prácticas criminales, las mismas infamias, sin adentrarse en los lugares del horror ni entrevistar a sus protagonistas. Histórica y moralmente es devastadora, porque describe con absoluta claridad y sorprendente valentía, hasta dónde pueden llegar —llegaron entonces y siguen llegando— los seres humanos (aquí con nombres y apellidos, y amparados en poderosos logos empresariales) para defender sus intereses económicos y su visión autocrática del orden social. Como bien señala Perel, a través del informe del Ministerio de Justicia argentino, en el caso de estas empresas no cabe hablar de complicidad, sino de responsabilidad. Responsabilidad empresarial, en estado puro.


Responsabilidad empresarial podrá verse en Filmin entre el 10 y el 20 de diciembre de 2020.



 

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