Rachel Her


Durante el pasado mes de abril, investigadores de tres universidades —Universidad de Chicago, Universidad Estatal de Pensilvania y  la danesa Universidad de Aarhus— llevaron a cabo un curioso estudio psicológico. Los resultados se detallaron en el informe Pandemic Practice: Horror Fans and Morbidly Curious Individuals Are More Psychologically Resilient During the COVID-19 Pandemic, que en su título ya revelaba el sorprendente (?) hallazgo de los estudiosos. Por lo visto, los aficionados al terror estaban sobrellevando mejor el confinamiento, la inestabilidad mental y el miedo por la situación generada por el coronavirus. En el documento se explica, entre otras cosas, que la ficción de terror permite a su público desarrollar «habilidades de regulación de las emociones» y perfeccionar «estrategias para lidiar con el miedo».

Puede que sí, que los que disfrutamos con el cine de terror estemos menos agobiados en nuestro encierro doméstico o no nos asustemos ante las estanterías arrasadas del supermercado. Eso lo hemos visto en muchas películas. Sin embargo, y sin ánimo de frivolizar con lo que ha pasado (está pasando), en este lado del charco había algo durante el confinamiento que a los horror freaks nos quitaba el sueño y que, cuando la famosa curva se empezaba aplanar y arrancaba la nueva normalidad, nos permitimos verbalizar: ¿Habrá festival de Sitges 2020?

Aunque el director del mismo, Ángel Sala, mantenía viva la llama de una edición presencial, los informativos diarios sembraban una duda constante en nuestros angustiados corazones. Pero al final, para alegría de los acérrimos a esta cita cinéfila y supongo que tras muchísimo trabajo y esfuerzo de la organización, el día 8 comienza la edición 53 del Festival de Sitges, cuyo leitmotiv es el centenario de El gabinete del doctor Caligari, aunque parece que pasará a la historia como el Sitges Pandemic Edition.

La perspectiva de un año sin acudir a la cita anual con el mayor banquete de cine de género resultaba insoportable. Porque cuando el espíritu del festival de Sitges entra en ti, ni el mismísimo padre Karras te lo puede sacar, ya que representa un paréntesis de la vida cotidiana con el que pegarte el atracón del año. Por unos días ver películas, ¡películas de género!, es la única y maravillosa prioridad. 

No hay nada comparable a vivir la experiencia colectiva de ver una cinta de las gamberras y con escenas bárbaras entre aplausos en el patio de butacas. Ni tampoco a ir corriendo de una proyección a otra, comer tarde mal o nunca y dormir lo justo porque el sustento proviene esos días de la pantalla.

Sin duda, todo el que pueda acudir lo hará, y más aún en esta edición, cuando el apoyo es más necesario que nunca. Será inolvidable y diferente y por eso hay que estar allí para verlo. Este 2020 nada es como había sido siempre; tampoco lo será el festival: entradas numeradas, algo que se reservaba a las galas de inauguración y clausura, aforo limitado y la novedad de los pases online, también con un número de espectadores limitado para no perder esa exclusividad del que acude a las proyecciones en un festival.  Tampoco habrá Zombie Walk ni salas de prensa a rebosar, pues hay que reservar asiento, más cotizados de lo habitual.

La española Malnazidos, dirigida por Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro, inaugura oficialmente el festival. Es una película de zombies ambientada en plena Guerra Civil. Con una programación inabarcable hay algunos títulos muy esperados. He aquí algunos que destacan especialmente: Possessor, segundo trabajo de Brandon Cronenberg, que con Antiviral se llevó en 2012 el premio a director revelación en Sitges e interpretada por la fantástica Andrea Risenboroug (Mandy); la prometedora Mandibules, nueva propuesta del habitual del festival y siempre peculiar Quentin Dupieux; o Saint Maud, producida por la casi siempre infalible A24 y dirigida por la británica Rose Glass. También está la proyección del mediometraje Host de Rob Savag, que nació de la crisis sanitaria actual. Fuera de España se ha visto en plataformas y se dice que es aterradora; y, desde luego, original y fruto del momento: narra una sesión de espiritismo por videollamada grupal durante el confinamiento, y porque fue rodada con equipo técnico y actores en sus respectivas casas.

La lista de documentales, cortos, cine de animación, terror, ciencia ficción y acción es interminable. Además se celebra con proyecciones especiales el 30 aniversario de Desafío total y las cuatro décadas de El imperio contraataca y Flash Gordon. También data de 1980 El hombre elefante, película elegida para la Gala de Clausura que además contará con la participación virtual de David Lynch, galardonado este año con el Gran Premio Honorífico del Festival de Sitges.

Sin perder de vista lo que se puede y no se puede hacer, de lo que no hay duda es de que este año lo disfrutaremos con más ganas que nunca.



Puedes consultar todo lo relacionado con el festival (programación, entradas, apartado en línea) en la web de SITGES 2020



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