Ese pasado que nunca pasa
Jesús Cuéllar
«Casi toda nuestra educación estuvo basada en conceptos como pecado, confesión, castigo, perdón y misericordia… Este hecho contribuyó posiblemente a nuestra pasiva aceptación del nazismo… En un sistema jerárquico, todas las puertas están cerradas». Así escribía Ingmar Bergman[1] sobre el contenido de su película La hora del lobo. Y su reflexión bien podría aplicarse a dos obras presentadas en el Festival DocsBarcelona 2020, que tienen como trasfondo las secuelas directas o indirectas del nazismo: Songs of Repression y Winter Journey. Y muy especialmente a la primera, dirigida por Marianne Hougen-Moraga y Estephan Wagner.
Este documental se centra en Colonia Dignidad que, fundada en 1961 en el sur de Chile por el pastor alemán Paul Schäfer, ex militante de las Juventudes Hitlerianas, se convertiría en una siniestra secta que, además de someter a sus integrantes, también alemanes, a todo tipo de abusos, colaboró activamente con la represión de opositores durante la dictadura de Augusto Pinochet. Sin desatender todo ese complejo contexto histórico, que es imposible obviar, lo que a la pareja de directores más le interesa son los actuales habitantes de la colonia, ahora llamada Villa Baviera, y cómo sobrellevan individual y colectivamente el peso, tanto del maltrato sufrido a manos de Schäfer y de sus propios compañeros en la colonia, como de las torturas e incluso asesinatos cometidos en el recinto con el beneplácito de las autoridades pinochetistas.
Por medio de sosegadas entrevistas, realizadas a lo largo de tres años y medio, la pareja de directores de origen chileno-alemán va ganándose la confianza de sus interlocutores y extrayendo muy diversas reacciones. Por una parte, están los que se sienten orgullosos del pasado de la colonia, los más mayores, que alaban el régimen dictatorial chileno y defienden la política de «perdón y olvido» propugnada por las jerarquías de la secta cuando, tras el abandono y desaparición temporal de Paul Schäfer en 1997 (que el documental no explica), se conocieron los graves abusos allí cometidos. Por otra, están los descontentos, aquellos que, reconociendo con pesar todo lo ocurrido, desearían abandonar Villa Baviera, pero no lo hacen por miedo a enfrentarse al mundo, por falta de medios o por la culpa y el estigma que también arrastran consigo. Con uno y otro grupo, el espectador tiene la sensación de estar ante personas psicológicamente frágiles (varias admiten que no podrían vivir sin medicación), torturadas o, como mínimo, a la defensiva ante un mundo exterior que consideran hostil, a pesar de la apertura al turismo propiciada en los últimos años.
Songs of Repression parece un estudio en miniatura, y de laboratorio, sobre cómo se activan fenómenos como la dominación de un colectivo, el autoritarismo y, en última instancia, el fascismo. En este caso, se sometió a una comunidad a un régimen de terror y, aprovechándose de un fanatismo religioso previo, se le inculcó el miedo a desobedecer cualquier orden y se consiguió con ello que tolerara un elevado nivel de violencia cotidiana. Como muchos de los que vivían cerca de los campos de exterminio nazis, algunos miembros de la antigua Colonia Dignidad dicen que no sabían nada de lo ocurrido allí y que, en cualquier caso, ellos ya han «perdonado» y «olvidado».

En Winter Journey, el danés Anders Østergaard observa las secuelas del nazismo desde la perspectiva de una de sus víctimas, que ocultó a su hijo (Martin Goldsmith, autor del libro en el que se basa la película y de su guión) gran parte de su pasado y dejó prácticamente a un lado su condición de judío. Conjugando la recreación de entrevistas con el padre, encarnado por un impresionante Bruno Ganz, y con eficaces dramatizaciones de las situaciones que éste recuerda de su juventud en la Alemania nazi, este viaje de invierno, tan doloroso como el homónimo ciclo de lieder schubertiano que suena durante el documental (y al que alude su título en inglés), indaga en el sentimiento de culpa de quienes sobrevivieron a sus familiares, víctimas del Holocausto, y en el castigo vital que algunos deciden infligirse como único modo de afrontar las culpas y pérdidas del pasado. Bruno Ganz es Gunther Goldschmidt, un flautista alemán que, dejándose llevar por el egoísmo y la inconsciencia frecuentes en la juventud, supeditó casi todo a su carrera musical durante la Alemania nazi, aunque fuera tocando en la Jüdische Kulturbund, compañía judía promovida por el régimen hitleriano con fines propagandísticos. Cuando las cosas se pusieron feas, incluso para este grupo de músicos hasta entonces protegido, Gunther y su mujer acabaron abandonando Alemania en 1941 hacia el exilio en Estados Unidos, aparentemente sin informar a nadie y dejando tras de sí a una familia que no sobreviviría a la Shoah.
Songs of Repression y Winter Journey constituyen dos formas complementarias de acercarse a la culpa y el trauma. En la primera el protagonista es una colectividad en la que conviven víctimas y verdugos, a veces en una misma persona; en la segunda, la atención se sitúa en la experiencia individual de una víctima que, a pesar de serlo, ha vivido siempre abrumado por una culpa que incluso cercenó su carrera musical.
Curiosamente, el documental de Hougen-Moraga y Wagner opta por un acercamiento cortés a los testimonios de los desconocidos que se confiesan ante su cámara, y que constituyen la base exclusiva del metraje, en tanto que Østergaard plantea su obra desde una perspectiva más polémica: el hijo se encara con su padre, a veces de manera impertinente, para arrancarle confesiones que evidentemente éste nunca quiso hacerle.
En los dos documentales, la música desempeña un papel primordial. Y en ambos casos parece constituir un bálsamo para el dolor, pero también un amargo recordatorio de su permanencia. En Villa Baviera los cantos constantes se tiñen de patriotismo rancio (alemán, no chileno) y de espíritu de grupo. En las desérticas zonas de Arizona donde Gunther Goldschmidt rememora sus años en la Alemania nazi, La flauta mágica de Mozart representa la defensa de una virtud que siempre obsesionó al joven judío y que le persiguió hasta muchos años después. La pasión por la música, que contribuyó a cegarle el entendimiento durante su juventud, dio paso en Estados Unidos a una indeseada pero autoimpuesta carrera de viajante de comercio. El idealizado verdor de su Alemania natal fue sustituido por un desierto físico y emocional.
[1] Imágenes, Barcelona, Tusquets, 1992, trad. de Juan Uriz Torres y Francisco J. Uriz, p. 36.
Puedes ver SONGS OF REPRESSION en Filmin del 21 al 24 de mayo
Puedes ver WINTER JOURNEY en Filmin del 24 al 27 de mayo.

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