Plumas de caballo (Horse Feathers)
Infiltrados en la universidad Contentos todos con el resultado de Pistoleros de agua dulce (Norman Z. McLeod, 1931), tercer éxito consecutivo de los hermanos Marx en taquilla, nadie en Paramount […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
Infiltrados en la universidad Contentos todos con el resultado de Pistoleros de agua dulce (Norman Z. McLeod, 1931), tercer éxito consecutivo de los hermanos Marx en taquilla, nadie en Paramount […]
Contentos todos con el resultado de Pistoleros de agua dulce (Norman Z. McLeod, 1931), tercer éxito consecutivo de los hermanos Marx en taquilla, nadie en Paramount vio necesario cambiar lo que bien estaba. Puntuales como un reloj, procedieron a la preparación de su cita cinematográfica anual con idéntico equipo: Norman Z. McLeod en la dirección, S.J. Perelman y Will B. Johnstone en el guion. Reduciendo los cambios a cero, esta nueva película se plantearía en su inicio, de hecho, como una secuela que continuara la historia de los mafiosos a los que Groucho, Harpo y Chico tomaban el pelo en su anterior aventura. Sin embargo, un acontecimiento en la fase inicial del proyecto obligaría a cambiar todos los planes: el “Crimen del Siglo”, tal y como se llamó popularmente al secuestro y asesinato del hijo de los aviadores Charles y Anne Lindbergh, de tan solo veinte meses de edad. Aunque finalmente el hombre declarado culpable no tenía ningún vínculo con el hampa, el fatal suceso contribuyó a alimentar un clima social ya de por sí bastante nefasto, marcado por la guerra contra el crimen organizado del turbio FBI de Hoover; lo que hacía, en definitiva, muy sensata la idea de descartar momentáneamente sátiras con gangsters.
Así, la corruptela en torno a la que se articula Plumas de caballo solo tiene que ver con un partido de fútbol entre dos universidades, y el intento de robar los esquemas con las estrategias de uno de los equipos. No obstante, igual que ocurría en Pistoleros de agua dulce, la trama tiene una importancia más bien escasa y lo que predomina, desde el mismísimo primer minuto, es el absurdo, con el improbable nombramiento del personaje de Groucho como rector de la Universidad Huxley a modo de premisa. Su hijo, al que interpreta Zeppo, es un estudiante que está saliendo con una repetidora, compinchada en realidad con los rivales de Huxley. Éste, sin embargo, convence a su padre para que refuerce el equipo de fútbol universitario, que va de derrota en derrota. Lo que resta es un enredo al uso, del que sobresale como único elemento de interés la clásica exhibición de los Marx y sus sketches arquetípicos, con algunas escenas tomadas de su obra de Broadway Fun in Hi Skule (1910), uno de sus primeros trabajos.
Si Pistoleros de agua dulce perdía algo de gracia con respecto a sus películas anteriores, Plumas de caballo no resulta más inspirada: nuevamente, el gag más ocurrente –un macro-resbalón con cáscaras de plátano– viene de la mano de Harpo, pero la académica realización de McLeod claramente queda muy por debajo del concepto del chiste. Una lesión de Chico durante el rodaje obligó a reducir y simplificar sus escenas, por lo que Groucho recibe aquí algo más protagonismo del habitual. Aunque en el trabajo anterior su papel había quedado un tanto desdibujado por el ritmo acelerado de la narración, en Plumas de caballo sus intervenciones están mucho más pulidas y lucen mejor. Igual que en El conflicto de los hermanos Marx (Victor Heerman, 1930), la película arranca con un soberbio número musical interpretado por él, que, en otro momento, también cantará una descacharrante versión del tema principal, ‘Everybody says I love you’, rematada por un pato. La canción, como ya se habrá apresurado a anticipar el lector más memorioso, sirvió de título a la película homónima de Woody Allen de 1996, comercializada en España como Todos dicen I love you.
Más allá de lo mencionado, y de la inesperada aparición de una foca con motivo de otro gag (encomiable actuación de los animales en esta película), Plumas de caballo no ofrece demasiados motivos para rescatarse si no se es especialmente admirador del trío/cuarteto. Demasiado irregular para sus escasos 68 minutos de duración, este trabajo resulta más comedido que el anterior pero reproduce, en esencia, sus defectos, más preocupado por entregarse a Paramount en el plazo estipulado y generar más dinero que de conquistar la excelencia cómica, pese al talento de sus estrellas. Sin embargo, lejos de encontrarse los Marx en una precoz decadencia, todo cambiaría al año siguiente con la aparición de un nuevo cineasta en su camino: Leo McCarey.
PLUMAS DE CABALLO (Horse Feathers)
Dirección: Norman Z. McLeod.
Guion: S.J. Perelman y Will B. Johnstone.
Intérpretes: Groucho Marx, Harpo Marx, Chico Marx, Thelma Todd, Zeppo Marx, David Landau, Robert Greig.
Género: comedia. Estados Unidos, 1932.
Duración: 68 minutos.