Día 1 | Vuelta a casa
Vuelven a la capital las bestias hediondas de R’lyeh, los niños poseídos hablando en arameo y –por último, pero no menos importante– los gritos de “¡¡Chulu!!” al inicio de las […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
Vuelven a la capital las bestias hediondas de R’lyeh, los niños poseídos hablando en arameo y –por último, pero no menos importante– los gritos de “¡¡Chulu!!” al inicio de las […]
Vuelven a la capital las bestias hediondas de R’lyeh, los niños poseídos hablando en arameo y –por último, pero no menos importante– los gritos de “¡¡Chulu!!” al inicio de las sesiones. Vuelve el festival internacional de cine fantástico Nocturna a Madrid por cuarto año consecutivo, y no lo podemos coger con más ganas: a la visita estelar de John Landis (uno de los Premios Maestros del Fantástico de este año) y la clausura con el esperadísimo estreno mundial de Expediente Warren: El caso Enfield (James Wan, 2016), se suma una programación con una densidad de rarezas más alta de lo normal y el imprevisible homenaje a Escalofrío (Carlos Puerto, 1978), terror semi-oculto de la Transición clasificado S, que incluirá el estreno de un documental inédito sobre su producción.
Tras el photocall de rigor, por el que desfilaron los miembros del jurado de esta nueva edición (integrado, entre otros, por los directores Eduardo Casanova y Eduardo Chapero-Jackson, o el periodista John Tones), llegó la tradicional inauguración del festival a cargo de su principal responsable, Luis Rosales. El director del certamen volvió a reivindicar la importancia cultural del proyecto, que este año ha tenido que asumir un recorte presupuestario, con menor número de películas que en citas anteriores. A continuación, un bonito gesto: el arranque de las proyecciones de la mano de un cortometraje escrito por Santiago Taboada, infatigable trabajador del festival desde el primer año. Yo no he sido (dir. Ángel Ripalda, 2015), primero de los cortos en competición, es un muy competentemente facturado microrrelato de terror en torno al tema del Doble, reforzado por un notable montaje de vídeo y sonido, que se puntúa con un giro de guion resultón e ingeniosamente colocado, pero que seguramente hubiera tenido mejor efecto sin subrayarse mediante el diálogo.
El gran protagonista de la noche fue el madrileño Gonzalo López-Gallego, sobre el que recayó el honor de abrir fuego con su tercera película en Hollywood, The Hollow Point, todavía sin fecha de estreno. Casi diez años después de su prometedor debut con la tan interesante como maltratada El rey de la montaña (2007), López-Gallego bromeó amargamente sobre las dificultades para estrenar sus películas en España, mostrándose entusiasmado de que Nocturna trajese su último trabajo a su ciudad natal. Protagonizado por Patrick Wilson, The Hollow Point es un entretenido thriller fronterizo en torno al tráfico de armas, que despeja desde su violento arranque todo temor a encargo impersonal.
Si bien su libreto, por momentos, es un verdadero desaguisado, el director consigue sacar un gran partido al material gracias a la contundencia de su sofisticada puesta en escena, a su total falta de complejos respecto a toda excentricidad (las abundantes y pintorescas notas de humor) y, especialmente, el carisma que extrae de su excepcional reparto, donde sobresalen unos Ian McShane y James Belushi visiblemente pasando el tiempo de sus vidas. Es posible que su cierre resulte un tanto abrupto después del caos del tercer acto, y que el comentario social que parece apuntalar –la delincuencia como una cadena de mando interminable, en la que nadie y todos tienen a la vez la culpa– no termine de definirse muy bien, pero, siendo honestos, una película que acaba con un disparo fundiendo en ‘God’s gonna cut you down’, de Johnny Cash, no puede parecer realmente mal a ninguna persona de orden.
Seguiremos informando.