Jordi Frades (Barcelona, 1969) es un personaje reconocido en la pequeña pantalla. Lleva más de veinte años trabajando en televisión, primero en TV3 donde dirigió éxitos como Poble Nou (1994) o El cor de la ciutat (2000-2009). La Señora (2008-2010) fue su primera incursión en la televisión nacional. No dejó el pasado, ni Televisión Española, y se adentró en un nuevo proyecto de época con la serie 14 de abril. La República (2011), y continuó adentrándose en el ayer para llegar a una figura clave de la historia de España: Isabel (2011-2014). Ahora, dos años después del final de la serie, se introduce en el mundo del cine con su primera película La corona partida, donde retoma los personajes que quedaron incompletos en la televisión.
La corona partida explica las luchas de poder entre Fernando el Católico (Rodolfo Sancho) y Felipe el Hermoso (Raúl Mérida) tras la muerte de Isabel. Con Juana la Loca (Irene Escolar) como nueva reina de Castilla y un heredero varón todavía en pañales, la película profundiza en una parte de la Edad Moderna poco conocida por el público. Además, actúa de puente y resuelve las dudas que surgieron con el inicio de otra producción de TVE: Carlos Rey emperador.
Frades nos recibe en junto a Irene Escolar -ganadora del Goya a actriz revelación por Un otoño sin Berlín y protagonista del filme- a la prensa en los Cine Verdi. Allí el director dio su particular punto de vista sobre el cine, la televisión y la historia de Juana la Loca.
Siendo tu primera incursión en el cine y viniendo de una trayectoria tan larga en televisión, ¿cómo es el cambio de un medio a otro?
Es un cambio muy sencillo, la verdad. Primero porque ya había trabajado en cine de ayudante de dirección cuando era un chavalín. Siempre me ha gustado el cine, y siempre he querido hacer una película, no ha sido un accidente. Ha sido un accidente que me pasara ahora, hubiera deseado que me pasara antes. Pero la tele me gusta mucho, llevo treinta años trabajando en televisión, de los cuales quizá veinte dirigiendo series y siempre he intentado dignificarlas un poco. En el sentido de que la ficción puede ser como el cine, no tiene por qué ser fea. Es verdad que la tecnología cada vez nos ha ayudado más pero siempre he luchado para hacer que la imagen no fuera ese vídeo asqueroso de informativo, que tuviera una intencionalidad. Y mis series, todas mi series, tienen un estilo determinado. La verdad es que llegué a extremos de hacer marcianadas, como una llamada Crims (TV3, 2000) era ciencia ficción y siempre era de noche y llovía, y fue un fracaso absoluto. Ahí vi que igual no me tenía que subir tanto a la parra.
¿Y cómo es el mundo de las series de televisión actual?
Ahora las series, evidentemente, siguen necesitando de un tempo narrativo determinado -para la televisión de nuestro país hablo- porque se consume de una manera determinada. El día que la tele deje de consumirse mientras estás cenando o haciendo otras cosas y se empiece a consumir como la americana seguramente será diferente. Actualmente hay que hacer ciertas licencias para que la gente, mientras está preparando la tortilla, siga entendiendo qué sucede porque sino se pierden y dejan de ver la serie.

Isabel ya era un producto muy cuidado y con mucha calidad, ¿en qué momento decidís continuar la historia en el cine?
Las series españolas hace tiempo que están bastante equiparadas al cine. Ya han pasado a la historia las series con luz de comedor y fluorescente encendido. Siempre respetando la distancia entre lo que es ver una tele o una pantalla de cine. Dicho esto, ¿cómo surgió la idea de la película? Hacía tiempo que desde televisión española Fernando López Puig [director de ficción de TVE] nos decía que por qué no hacíamos una película basada en algún período de Isabel que no se contara en la serie. No encontramos nada que valiera la pena y que quisiéramos explicar sí o sí, así que quedó abandonado. Cuando posteriormente se pasó a Carlos, Rey emperador dejando este hueco volvió a surgir la idea. Y aquí fue donde rápidamente dijimos: «Hombre esto sí, esto vale la pena, es una historia que no está contada».
No fue aprovechar el tirón, sino que nos matamos para que tuviese una consistencia como película en sí misma y que nadie nos pudiera decir que era un capítulo más y sacamos beneficio de la serie; que seguramente también. ¡Y de tontos sería no hacerlo! Porque los americanos hacen ocho películas de Star Trek viniendo de televisión, y todos van con la sonrisa de oreja a oreja. Creo que estos complejos hay que quitárselos de encima. La corona partida era una historia muy interesante de contar. Aparte de que personal y emocionalmente, nos reunía a un grupo de personas y de actores a los que dábamos la posibilidad de concluir la historia de unos personajes que no había quedado cerrada en televisión. Con la serie, como se llamaba Isabel, se terminó con toda lógica cuando moría la reina; y siempre nos quedó el gusanillo de qué pasaba con Juana.
Juana es un papel que se ha llevado al cine en películas como Juana La loca de Vicente Aranda. ¿Se le intentó dar un enfoque diferente al personaje?
Sí. Básicamente porque la de Vicente Aranda es una película sobre la pasión. La política tiene poco que ver en ese filme donde Pilar López de Ayala estaba espléndida. De hecho cuando apareció Juana en Isabel dije: «¡Dios mío de mi vida! ¿a quién vamos a coger después de esa interpretación?» Y la verdad es que Irene nos sorprendió muchísimo a todos. Pero también queríamos darle al espectador otro prisma, para que no vuelva a ver lo mismo de La loca. Queríamos profundizar un poquito más en el personaje y entenderla a ella. No era una trastornada. Era una tía a la que envían a un sitio lejos de su casa con 20 años. ¡Cásate con este tío! [Felipe], que encima era un hijo de puta que se iba follando a todas, que la trata mal, que la tiene sometida, que echa a toda la corte Juana y la devuelve a Castilla… Le hicieron una serie de barbaridades, que ¿cómo va a acabar esta chica? Encima en la segunda parte, en La Corona partida, el padre va diciendo por ahí que está loca. Es que pobre chica, ¡no es está loca! ¿Quién sostiene eso en esa época, rodeada de reyes y de tíos poderosos que eran todos unos Maquiavelos? Ella intentaba defender lo suyo, suficientes ovarios tuvo. Debería ser Juana la de los ovarios más que Juana la Loca.
Al final, ¿lo que importa es el personaje más allá de su carácter histórico?
Esta es mi finalidad siempre. Cuando hicimos Isabel, y en La corona partida también, mi prioridad era que la gente entienda al ser humano, más que al político más que al cuadro. Intento acercar al máximo los personajes a la gente corriente porque lo que sienten, viven y hacen no está tan lejano de nuestros sentimientos. Son reyes pero no son extraterrestres. Son gente con nuestras miserias y virtudes. Siempre ponía el ejemplo de que quería ver a los reyes cuando cerraban la puerta de la alcoba y se quedaban solos.

En La corona partida he intentado entender las emociones de los personajes y llevarlas a mi parte personal. ¿Qué haría yo? ¿Sería capaz? ¿Qué me pasaría a mi cuando me encontrara con mi hija después de haber dicho de ella todo lo que he dicho? Y eso me llevaba a saber cómo tenía que hacer la escena para que los personajes comuniquen y te haga decir: «A este hijo de puta de Felipe, ¡es que me lo cargaría!»
Hablando de Felipe el Hermoso, hay algunos historiadores que defienden que murió al beber un vaso de agua fría tras un gran esfuerzo físico, mientras que otros defienden que pudo ser envenenado. En La Corona Partida combináis ambas ideas ¿para no caer en la controversia de apoyar sólo a una?
No. Básicamente porque aunque hagas una ficción basada en una historia real, puedes dar a entender cosas pero, taxativamente, no puedes acusar a alguien de envenenar a otro si no hay una prueba fehaciente de que fue así. Puedes decir lo que se piensa históricamente: que hay grandes indicios de que pudo ser envenenado, entre otras cosas, porque el copero murió igual que él. A ver, puedes tener una indigestión, pero morirte, tan convenientemente además, difícil. Forma parte de no querer darle un trazo grueso a la historia. Hubiera sido fácil generar la polémica al decir que lo mataron, pero quisimos dejarlo ahí. Evidentemente está bastante claro, como lo está históricamente, pero en ningún momento se afirma verbalmente.
¿Se afronta de forma diferente el relato al cambiar de la serie a la película? Porque La Corona partida es una continuación de la historia Isabel
Hay que cambiar un poco la mentalidad, entre otras cosas porque yo estaba muy obsesionado con no darle al público un capítulo largo de Isabel. Para mí eso era un poco frustrante, quería darles un poquito más. Aparte de que era una oportunidad para hacer mi primera película, tenía muchas ganas de hacer una y quería que fuese grande y vistosa, explotando todas las ventajas que ofrece el formato cinematográfico.
¿Qué creéis que va a suceder con La Corona Partida? Al fin y al cabo Isabel terminó en 2014, ¿se recordará la historia?
Pasa una cosa curiosa. Primero pensé: «Está demasiado lejos de Isabel esta película, ¿quién se acordará de ella?». Pero me estoy dando cuenta de que se ha producido un fenómeno melancólico. Y es que, como ha pasado un tiempo, la gente echa de menos Isabel. No tanto una serie histórica, que la ha tenido [Carlos, Rey emperador]. Echa de menos qué fue de Juana, qué fue de Fernando, de Chacón, de Felipe… todos estos personajes están en la memoria emotiva del público que, por suerte para nosotros, les tienen mucho cariño. Y eso puede ser positivo para la película porque puede recuperar la emoción con la que se vio en su momento Isabel.
¿Tendrá la aceptación que merece entre el público?
No tengo ni idea de lo que va a pasar. Nosotros hemos intentado hacer una película con todo el corazón, lo más bonita que hemos sabido con el presupuesto que teníamos. Dar una visión nueva de unos personajes que en otros casos habían sido contados de otra manera para que La corona partida tenga una razón de ser, seas isabelino o no. Me haría mucha ilusión que funcionara porque yo trabajo para el público, no soy un autor que trabajo y al que no le guste que se aguante. Yo quiero que la película triunfe, que la gente la vea y la disfrute. Me gusta el cine comercial, es el cine que me gusta hacer y quiero, y creo, que puede ser un cine muy digno, que puede existir, y existe de hecho. Palmeras en la nieve es un ejemplo de lo bien que ha funcionado una película hecha que te mueres, con un presupuesto muy bueno, muy bien rodada, interpretada y ambientada. De esas películas como las de antes, que gusta ver. Mi intención era un poco eso, quiero que el público disfrute.
¿Crees que al cine comercial no se le da tanta importancia como en realidad merece?
Sí. Sí. ¡Qué país! ¡Que ganas de dividir que tenemos en este país! ¡Que manía tenemos con catalogar las cosas! Hay un cine que es el cine. Cuando yo digo: «La he hecho con idea comercial» es porque la he hecho pensando en el público, pero si La corona partida es comercial lo dirá la taquilla que tenga. Si no tiene taquilla será de culto. Al final es después cuando se decide. Yo no puedo decir: «Voy a hacer una película de autor». Me parece de un pretencioso absoluto: «Voy a hacer una película de autor porque yo soy muy autor». Tú cuentas la historia que quieres contar, y esa historia tiene unas necesidades y acaba de una manera, y eso hace que una película sea de una forma. Sí que es verdad que a la hora de contar yo me dirijo a una cosa como más comercial y sí creo que el cine comercial es muy difícil.
¿Por qué?
Porque es el cine que ve todo el mundo. Y llevar a gente al cine es más difícil que no llevar a nadie. Es como una novela, a mí me hace mucha gracia cuando la gente habla de los grandes novelistas, que son muy buenos y no tengo nada contra ellos, pero me provoca una sonrisa cuando dicen que escribir Cincuenta sombras de Grey está chupado, que eso lo escribe cualquiera. ¡Coño! Pues escríbelo tú, fórrate y luego escribe lo que tú quieres escribir. Yo si tuviera la clave para hacer un Torrente ¡mañana lo hacía! Me forraba y luego hacía el cine que quería hacer. Pero lo que está claro es que para hacer cine hace falta dinero y para que haya dinero hay que generar inversión; y para que haya inversión tienes que dar beneficios, y para que haya beneficios, tiene que ir el público a ver la película.

Aparte, yo me he criado con cine comercial. A mí me gusta Spielberg. Me he educado con este tipo de cine y es Cine Comercial con mayúsculas. Otra cosa es el cine comercial aprovechado, ese es el que no nos gusta, ese donde han querido meter a tal, tal, tal y han hecho su producto que no hay quien lo aguante y que es malo como un demonio. Eso es malo, no comercial. Memorias de África es una película comercial, y muy digna, con muchos Oscars. Y Lo que el viento se llevó es un filme muy comercial y forma parte de un cine que lo tenemos abandonado. Y es verdad que en nuestro país esta tradición de este cine se ha perdido un poco. ¿Por qué? Porque el cine de autor tiene menos coste de producción, es así de claro.
Claro, pero tiene menos recaudación en taquilla
Sí, pero esto no entiendo por qué es así. Porque es más fácil levantar, no sé lo que ha costado, pero pon un millón de euros para hacer una película que levantar los diez de Palmeras en la nieve. Evidentemente, es más fácil. Y luego hay cine de autor y cine de autor. Porque para mí, por ejemplo, Truman es una película comercial, personal pero comercial. Y que yo defienda esta visión del cine comercial no quiere decir que no tenga que existir La herida , ni mucho menos. Pero creo que debemos ofrecer de todo. Porque para que haya una La herida, tiene que haber un Ocho apellidos vascos.
Fotografías: María Sofía Mur
Reseña de La corona partida
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¡Mi primera entrevista en dos años! Entendido como entrevista en la que soy yo la que pregunta y no estoy sudando porque quiero el puesto de trabajo. Ser veinteañera es una pesadilla, suerte que he conocido a gente con futuro que me dejan meter la pata en sus blogs.
Bromas aparte, me encantó hacer una entrevista tan extensa a alguien del mundo de la televisión (que además ha hecho superhits). Y el buen señor de Jordi Frades consiguió no mosquearse ni cuando me puse a preguntar como una metralleta. ¿Que es un poco larga? Quizá, pero he intentado que sea lo más amena y divertida posible. Disfrutad
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