El mundo abandonado (Die abhandene Welt)

Del éxito al telefilme

No estamos acostumbrados en nuestro entorno a escuchar la palabra doppelgänger. De evidente origen alemán, esta palabra es el elemento central de la última película de la cineasta Margarethe von Trotta y se refiere al doble de una persona que, en el caso del film, está muerta. El mundo abandonado utiliza este término germánico para, a través del melodrama familiar, construir un mosaico de coincidencias y secretos ocultos que acaban por determinar que el carácter espiritual, e incluso esotérico, del concepto no es más que humo en esta historia.

Von Trotta, volviendo a su trama fetiche, el de las hermanas, que tanto ha desarrollado en su extensa filmografía, construye con este último film un relato irregular y lleno de elementos que ni encajan ni convencen. Se aprecian en él con demasiada claridad los acontecimientos que están por pasar, algunos de los personajes – véase el representante de Caterina Fabiani (Barbara Sukowa) – son odiosos e innecesarios y desde luego da qué pensar que el único momento brillante de una tragedia sea la escena más pretendidamente cómica, con dos hermanos entrados en años pegándose a cámara lenta ante la risa contenida de la protagonista, Sophie (Katja Riemann), que junto a Sukowa han visto su talento difuminado entre las incongruencias de este film.

En definitiva, lejos ha quedado ya su película anterior, ese fantástico biopic de la gran filósofa Hannah Arendt (Hanna Arendt, 2012) y sus dilemas morales ante la tragedia del Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. El telefilme se ha apoderado este año de Von Trotta. Esperamos que la deje ir lo antes posible.