Vuelve el Hombre


Axioma: todas las comedias de Will Ferrell son buenas. Más allá de cualquier debate inocuo sobre si es o no el más gracioso de su generación (¿cómo calcular eso?), la realidad es que pocos compañeros suyos pueden presumir de una filmografía tan sólida y con tan pocos altibajos: con las dos brillantes entregas de El reportero (2005–2013) a la cabeza, sus colaboraciones con Adam McKay –por cierto, inesperado aspirante a premios mayores esta temporada tras cambiar de registro en La gran apuesta (2015)– constituyen con toda seguridad sus puntos más altos, pero sorprende también la capacidad del actor para mantener sobradamente el tipo ante sus fans en proyectos que van desde lo infantil –Elf (Jon Favreau, 2003), Un entrenador genial (Jesse Dylan, 2005), El mundo de los perdidos (Brad Silberling, 2008)– hasta lo abiertamente suicida –el telefilme Adopción peligrosa (Rachel Goldenberg, 2015), la hispana Casa de mi padre (Matt Piedmont, 2012)–. Posiblemente una ética de trabajo mágica y secreta pueda explicar que hasta del proyecto más autocombustible y anodino Ferrell, un señor con un músculo cómico en constante ejercicio, saque energías para ponerlo en pie.

Padres por desigual se encaja en el sector más familiar de la filmografía del actor, pero es a la vez una nueva entrega dentro de ese género propio que el intérprete lleva puliendo desde sus comienzos: Will Ferrell, al igual que otros como Adam Sandler con la inmadurez, Rob Schneider con la marginalidad o Jack Black con el egoísmo/mezquindad/lado oscuro, se trata de un actor-autor con tema propio, en su caso el descalabro de la masculinidad, que además ha sabido sintetizar en una rutina tan simple y concisa como la de llorar a moco tendido –ya una marca de identidad hasta el punto de que uno de sus últimos trabajos, Dale duro (Etan Cohen, 2015), directamente se abría así–. En esta película, una canción de título tan significativo como Here comes your man, de los Pixies, nos introduce en el juego de tronos patriarcal que vertebrará el argumento: el retorno al hogar del Hombre (Mark Wahlberg), ex-novio de la esposa y padre biológico de los hijos del protagonista, pero también motero, culturista, maestro del patinaje, manitas y todo lo que puede esperarse de un auténtico macho, amenazando con robarle el puesto al Pelele (Ferrell), y la lucha del Pelele por conservarlo a base de ser Más Hombre.

La máquina de la risa funciona a pleno rendimiento gracias al habitual buen hacer de sus intérpretes –Wahlberg, desde que coprotagonizase junto al propio Ferrell la notable Los otros dos (Adam McKay, 2010), parece haber cogido mucho gusto al género–, a su inteligente arquitectura en torno a gags que también sirven para hacer avanzar la trama y a la competente realización de Sean Anders, director que recientemente ya logró traer de vuelta al mejor Adam Sandler en la fantástica Desmadre de padre (2012). Es consciente de sus límites comerciales, pero se mueve dentro de ellos con ingenio, esquivando todo posible resquicio de mojigatería y, sobre todo, manteniéndose a la altura de su tiempo con una resolución satisfactoria que no teme pisar terreno pantanoso (no hay muchas películas para todos los públicos que traten con humor y tan a la ligera el conflicto de los padres postizos). En su debe, el poco provecho sacado a una actriz con el talento de Linda Cardellini, relegada a un papel secundario sin muchos alicientes.  


DADDY'S HOME


 

 

DH_Spain_Teaser_1-Sht.jpg_cmykPADRES POR DESIGUAL

Director: Sean Anders

Guion: Sean Anders, Brian Burns y John Morris

Intérpretes: Will Ferrell, Mark Wahlberg, Linda Cardellini, Cedric Yarbrough, Hannibal Buress, Paul Scheer

Género: comedia. Estados Unidos, 2015

Duración: 96 minutos

 


 

 

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