Día 7 | Cine de vibraciones
Llegando al final del festival, encontramos películas de diferentes temáticas y géneros, entre las que ha destacado una: Victoria, de Sebastian Schipper, una auténtica maravilla de plano secuencia de dos […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
Llegando al final del festival, encontramos películas de diferentes temáticas y géneros, entre las que ha destacado una: Victoria, de Sebastian Schipper, una auténtica maravilla de plano secuencia de dos […]
Llegando al final del festival, encontramos películas de diferentes temáticas y géneros, entre las que ha destacado una: Victoria, de Sebastian Schipper, una auténtica maravilla de plano secuencia de dos horas donde Laia Costa se integra con una de las mejores actuaciones que hemos visto en esta edición de Sitges. Con ella y con otros films de Sección Oficial cumplimos una semana de proyecciones, entrevistas y cansancio acumulado que culminarán este sábado con la resolución del Palmarés.
Demon, en tierra de nadie
Según la cultura judía, un dybbuk es un espíritu maligno, el alma de un muerto que sigue vagando por el mundo de los vivos, que tiene el poder de poseer el cuerpo otros seres. Bajo esta leyenda se construye Demon, un film que conforme avanza parece abandonar su carácter terrorífico para acercarse más a la comedia. O lo que es lo mismo: se queda en tierra de nadie, sin una referencia clara de género y un decepcionante desarrollo que nunca llega a rematar.
La película se mueve entre dos líneas paralelas, una boda y una posesión, interconectadas por el personaje protagonista, sujeto en cuestión del hecho demoníaco. Combinando la alegría y la música de una boda judía con los crecientes ataques satánicos del poseído, Demon crea una contraposición interesante, que dará, sobre todo, toques cómicos bien integrados y que funcionan en un film que no es lo que parece. La proyección del film en el Auditori del Melià de Sitges comenzó con el discurso emotivo de uno de los miembros del equipo, que recordaba a su director, Marcin Wrona, fallecido después de la realización de este film.
Schneider vs. Bax, cruce de balas
El que fuera ganador del festival en 2013 por su película Borgman, el holandés Alex van Warmerdam, vuelve a Sitges con su última obra: Schneider vs. Bax, una historia que sigue conteniendo el humor negro que caracteriza al cineasta a la vez que parodia las películas sobre asesinos a sueldo. En el film se enfrentan dos sicarios profesionales, a los que completar su misión de matarse el uno al otro les está resultando particularmente difícil. Las situaciones que se interponen, irónicas, absurdas y constantes, dotan a la narrativa de un componente que va más allá de una simple lucha entre contrarios y lo asciende a comedia disparatada.
Con todo, Schneider vs. Bax consigue entretener y llevar un ritmo ágil durante todo el relato, pero se pierde en las resoluciones. No es un film redondo, aunque tiene un carácter rebelde y pícaro que justifica que no lo sea. Una divertida y bien contada comedia negra.
Victoria, la vida en movimiento
Al ver el film alemán Victoria solo podemos pensar en una cosa: la gran injusticia que sería que Laia Costa no se fuera de Sitges con el premio a Mejor Actriz. En su papel de veinteañera española emigrada a Berlín que recorre las calles nocturnas de la ciudad con un grupo de recién conocidos, la actriz catalana luce todo su potencial, destilando en cada escena naturalidad, atractivo y talento. Y es que no era fácil adaptarse a la propuesta del director Sebastian Schipper: rodar una película de más de dos horas en un único plano secuencia. Esta proeza técnica no se acerca al virtuosismo del falso plano continuo de Birdman (Alejandro G. Iñárritu, 2014), ni es una escenificación teatral en una única localización como La soga (Alfred Hitchcock, 1948). Victoria es un viaje en continuo movimiento que nos lleva por discotecas, bares y distintos edificios de la capital alemana, dejándonos con la sensación de ser un personaje más. La cámara situada como uno más de los jóvenes actores que protagonizan este film.
Mediante esta técnica inmersiva, el film va mutando de una forma sorprendente, tanto en su argumento como en su ambiente y sus niveles de tensión. Incluso los personajes, en esas dos horas, experimentan cambios y emociones que se antojan cercanas, demostrando que Victoria, tanto en forma como en contenido, está muy viva. El film de Schipper, que arrasó en la última edición de los premios al cine alemán, es una propuesta rebelde, hipnótica y rompedora que, pese a carecer de elementos propiamente fantásticos o de terror que justifiquen su presencia en la Sección Oficial del festival, es un auténtico regalo para la vista. Sin duda, una de las joyas de esta edición que dará que hablar. Y mucho.
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