DÍA 2 / Un día especial
“Hoy para mí es un día especial”. Esto ha sentido San Sebastián nada más salir el sol esta mañana. Un sol que se ha encargado de iluminar lo que las […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
“Hoy para mí es un día especial”. Esto ha sentido San Sebastián nada más salir el sol esta mañana. Un sol que se ha encargado de iluminar lo que las […]
“Hoy para mí es un día especial”. Esto ha sentido San Sebastián nada más salir el sol esta mañana. Un sol que se ha encargado de iluminar lo que las primeras películas del día no han podido. Dos historias muy diferentes, pero similares en cuanto a su frialdad y crudeza, han sido las dos incipientes protagonistas de la jornada.
La británica Sunset Song, perteneciente a la Sección Oficial, actuó de despertador. Basada en la novela homónima de Grassic Gibbon escrita en 1922, cuenta la historia de una joven adelantada a su tiempo que vive en una comunidad rural escocesa. Su director Terence Davies, que ya visitó el festival en 2011 con The Deep Blue Dea, presenta la trágica vida de Chris, que por trágica, acaba por perder algo de realismo y credibilidad. Se suceden las muertes y los abandonos de forma intuitiva, introduciendo así al espectador en un viaje que sabe que acabará mal.
Turno ahora para acercarse a la Sección de Horizontes Latinos con la chilena El Club. Recién llegada de ganar el Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Berlín, la película de Pablo Larraín aterriza con unos tonos grises y sombríos que se encargan de oscurecer aún más a los protagonistas y el mundo en el que viven. La historia se adentra en la realidad de las casas de penitencia y retiro de la iglesia, con cuatro sacerdotes protegidos que viven bajo el cuidado de una monja. Están allí dominados por la expiación de los pecados cometidos en el pasado tales como la pedofilia o el robo. La obra no los juzga, se limita a presentarlos en una bruma incómoda en la que apenas hay rayos de sol ni redención.
Y así avanzaba el día para dejar paso a la noche, y con ella la alegría, la risa, el caos y Raphael. Álex de la Iglesia brindó con Mi gran noche el toque de humor de la jornada. La grabación de un programa especial de Nochevieja en pleno agosto, plagado de contratiempos y accidentes, le sirve al director para enclaustrar a figurantes, trabajadores y espectadores en una atmósfera de locura. Una comedia salvaje y entretenida en la que ¡ole! por Raphael y su capacidad para auto parodiarse y reírse, no sabemos si con o de sí mismo. Entre tanto escándalo también hay tiempo y espacio para incluir el paro, la corrupción y la alienación de los medios de comunicación.
Por último, concluimos con la pesadilla en forma de Perla de Denis Villeneuve, Sicario. La nueva película del director canadiense que ya visitó San Sebastián en 2013 presentando Enemy, plantea un debate moral localizado en los alrededores de la frontera entre México y Estados Unidos. Una zona sin ley. El enigmático y aterrador Benicio del Toro, que también repite en el festival tras recibir el Premio Donostia en 2014, guía a Emily Blunt y Josh Brolin en una operación encubierta de lucha contra la droga. Poco a poco van desapareciendo los ideales, no todo vale para sobrevivir. El caos aquí es diferente. Ahora bien, ¿cuál es la mejor manera de combatirlo? ¿Es la violencia la mejor forma de luchar contra ella?
Así concluye esta segunda jornada; un día especial como diría Raphael. Nos quedamos sin tiempo más que para creer que Benicio no vendrá de visita a nuestros sueños en forma de pesadilla. Mañana más, con títulos como la danesa Sparrows, la israelí Barash o la estadounidense Anomalisa. Un poquito de cada continente en nuestro festival internacional.