Historias de héroes y villanos

El director y guionista Phil Hawkins nos presenta un original trabajo bajo el título The Last Showing, que cuenta con la participación del actor norteamericano Robert Englund, a quien, en su día, temíamos por su reconocido papel del villano Freddy Krueger en la saga de Pesadilla en Elm Street.

Stuart lleva toda la vida siendo proyeccionista en unos grandes cines, pero con la llegada del nuevo encargado, Clive (Malachi Kirby), el protagonista queda relegado a limpiar la basura y a servir bebidas y palomitas a los espectadores, por lo que decide aprovechar su posición para rodar su primera película. Para ello, selecciona a Martin (Finn Jones) y a Allie (Emily Berrington), una pareja que pretende tener una cita tranquila disfrutando de la segunda parte de Las colinas tienen ojos, del cineasta Wes Craven.

Con dosis de humor negro, un fantástico ritmo y algún que otro toque bastante original, encontramos una trama que se limita simplemente a una única finalidad: entretener. Un producto palomitero muy sencillo que cuenta con algún cabo sin resolver como único fallo, en un guión que corre a cargo del propio Hawkins.

Su principal atracción es la interpretación de Englund, un actor que sigue luchando para dejar atrás la estela del temido Krueger y que, durante los 90 minutos de metraje, logra que olvidemos sus antecedentes, situándole con facilidad en el papel de Stuart, del que saca el máximo partido, provocando un choque de sentimientos en el espectador, que ve cómo el anciano quiere conseguir su propósito a toda costa y con máxima crueldad y, a la vez, no permiten que siga ejerciendo de proyeccionista aun quedándole pocos meses para la jubilación.

Jones, más conocido por Loras Tyrell en Juego de Tronos, encarna a un personaje de doble cara, la víctima y el forzado verdugo, una especie de títere en manos de Stuart que entra perfectamente en las tramas urdidas por éste, mientras que su compañera, Berrington pasa totalmente desapercibida en un engranaje en el que sólo se muestra un poco lúcida en contadas escenas.

Encerrados en un cine durante toda una noche, la atmósfera se presenta bien trabajada, con una iluminación de gran importancia para conseguir que el entorno nos asfixie con tal laberinto de salas y pasillos. Una labor estupendamente ejercida por el director de fotografía Ed Moore, acompañado por la banda sonora realizada por el compositor Richard Bodgers, lo que demuestra una vez más que, a través de un trabajo sencillo, se pueden lograr unos resultados más que decentes. The Last Showing no deja de ser una buena recomendación para disfrutar de un cine liviano en cualquier momento.