Cuernos sin maldad

Horns fue la cinta escogida para inaugurar la 3ª edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid, Nocturna. El último filme del director francés Alexandre Aja pierde parte de la esencia que el autor nos había mostrado en anteriores trabajos, mucho más desvergonzados, para postrarse ante la gran industria hollywoodiense. El popular actor Daniel Radcliffe regresa a la pantalla encarnando a Ig Perrish, un joven que mantiene una intensa relación desde la infancia con Merrin (Juno Temple). Con la muerte de ésta, el protagonista es culpado por todo el pueblo y por los medios de comunicación, lo que le lleva a ahogar sus penas en el alcohol. De repente, una mañana se mira al espejo y descubre que le están saliendo dos extraños cuernos en la frente. Lo que parecía inexplicable y que se sumaba a toda su desgracia, le otorga el don de perturbar a todo aquél que hable con él, siendo sincero y desvelando sus más íntimos secretos. Es por eso que Ig aprovechará tal oportunidad para saber quién es el verdadero asesino de su amada.

Lo que aparentemente parecía un simple thriller, se acaba convirtiendo en un híbrido con toques de romance, drama, comedia, horror y alguna que otra escena con tintes gore. Keith Bunin, su guionista, recurrió a la historia de Cuernos, la novela escrita por el estadounidense Joe Hill, para crear una narración más cercana a la serie B, pero con pretensiones serias. Dos horas de metraje con algún que otro altibajo, que echa por tierra las esperanzas puestas en esta nueva producción que prometía ser igual de gamberra que los anteriores películas del autor.

Estupenda actuación la que realiza Radcliffe, un actor que sigue bajo la estela de la popular saga de Harry Potter y que con Horns consigue que olvidemos sus inicios, centrándonos más en su evolución y en cómo está logrando adquirir personalidad propia con trabajos verdaderamente variados. Desde la comedia romántica hasta el terror, el joven se encuentra imparable y obteniendo unos resultados que, como en este caso, son muy satisfactorios. Su gran esfuerzo queda patente al adoptar un limpio acento norteamericano en un personaje que muestra una gran variedad de registros, pasando de su lado más romántico al vengativo en cuestión de segundos. Por su parte, poco se puede comentar de su compañera Temple, que apenas destaca en un largometraje que pasará sin pena ni gloria en su fulgurante trayectoria.

Al son de una banda sonora espectacular, con temas tan conocidos como el himno Heroes de David Bowie, la siempre socorrida Where is my mind? de The Pixies o el intenso Personal Jesus, versión creada por Marilyn Manson, se potencia la fuerza de cada escena. Con un presupuesto algo ajustado, Aja recurre a los efectos especiales muy puntualmente para desembocar en un trabajo elegante, pero que nos deja con ganas de más violencia, sangre y humor desvergonzado. Una maldad con la que Aja ha encandilado a los amantes del género y que apenas encontramos en Horns, pero que esperamos ver en sus próximos proyectos.