Determinismo contra libre albedrío

David G. Maciejewski


En Estados Unidos los conocían como los triplets. Los periódicos abrían a doble página con su fotografía. Las televisiones se peleaban por acogerlos en sus platós. Eran Eddy, Bobby y David, trillizos separados al nacer que se encontraron por casualidad cuando ya eran adultos. Un milagro que mantuvo varios meses en vilo a la nación, pero que fue olvidado cuando los medios de comunicación exprimieron demasiado el éxito y el público acabó hastiado del asunto. Tres décadas después del boom mediático, el documentalista y productor televisivo Tim Wardle (One Killer Punch) recupera esta fascinante historia que esconde alegrías y tragedias, pues tras el increíble reencuentro de estos tres hermanos se esconde una oscura trama en la que participan psicólogos encargados de experimentos poco éticos envueltos en tramas donde acechan los trastornos mentales, las conspiraciones y los suicidios.

Wardle entrevista a los dos hermanos que quedan con vida, Bobby y David, y entremezcla sus declaraciones con recreaciones ficcionadas del pasado, una técnica ya utilizada en documentales como el oscarizado Man on the Wire de James Marsh. Son sus testimonios los que articulan una trama que comienza como la feliz historia de un reencuentro, pero que conforme avanza va degenerando en una siniestra red de conspiraciones. La fama catapultó a los triplets, que hasta llegaron a realizar un cameo en una película de Madonna, Buscando a Susan desesperadamente, pero «a partir de entonces todo comenzó a ser raro», explica la mujer de David. Cuando empezaron a hacerse preguntas sobre su origen descubrieron que los tres formaban parte de un experimento monitorizado por un grupo de psicólogos. Un estudio que pretendía discernir si la educación influye en la personalidad o si el comportamiento y las costumbres están condicionados por los genes.

La labor de investigación de Wardle es casi tan ejemplar como la habilidad con la que retuerce y transforma el tono de Tres idénticos desconocidos, que en todo momento se siente orgánica, pues son los entrevistados los que llevan la historia a través de sus declaraciones. Familiares, periodistas y colaboradores del estudio son interrogados por la cámara. ¿Cuáles fueron las motivaciones del proyecto? ¿Por qué se ocultan los resultados, que permanecerán censurados hasta 2066? Todo deriva en una detectivesca trama conspiranoica que involucra a una organización judía de Nueva York y en la que pueden encontrarse teorías psicoanalíticas freudianas y espurios intereses de las élites socioeconómicas y políticas estadounidenses. Sin embargo, el autor analiza demasiadas subtramas y se centra en hipótesis irresolubles, lo que acaba por convertirla en una obra algo dispersa que, si bien está documentada de manera excelente, quiere abarcar más de lo que puede responder en tan solo una hora y media de metraje.

¿Por qué fueron apartados tantos gemelos y trillizos cuando aún eran bebés? ¿Cuáles fueron las conclusiones de la investigación? ¿Descubrieron acaso que no existe el libre albedrío y que la vida de cada ser humano está predeterminada por su biología? ¿Fue solo una casualidad que dos gemelas que no se conocían llegaran a ser editoras de los periódicos de sus respectivos institutos y después estudiaran cine? Las preguntas se agolpan y ni Wardle ni los entrevistados pueden dar explicaciones. Al final todo se queda en una pompa inflada que no termina de estallar por ningún lado. Tres idénticos desconocidos lanza cuestiones, todas ellas planteadas desde un espíritu crítico con afán periodístico, pero resulta imposible no pensar que el misterio es inducido, que se trata de una mera exageración del autor para explotar la naturaleza obsesiva de los fanáticos de las conspiraciones. Funciona como crítica contra la falta de ética de algunos experimentos psicológicos y sociológicos y plantea al espectador una cuestión de difícil resolución: hasta qué punto es legítimo sacrificar la felicidad de unos pocos para mejorar el conocimiento humano. Pero la película no llega a conclusiones lógicas ni despeja las incógnitas pertinentes.



5 Comentarios »

  1. En absoluto. Es difícil comprender por qué dos personas, gemelas separadas que no se conocían, llegaron a ser, ambas, editoras de sus respectivos institutos y, además, estudiaron cine. ¡Sin saber la una de la otra! ¿Es cosa de los genes? ¿Estuvo todo prefabricado por esas personas que prepararon el estudio? ¿Fue todo una mera casualidad?

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  2. Una mera casualidad es sencillamente imposible tratándose de actividades poco corrientes (editor del periódico de la escuela y estudiante de cine). Si usted tiene hijos estará de acuerdo en que, incluso en caso de que la cosa hubiera estado trucada, habría sido difícil inducir con éxito a dos personas distintas a estudiar exactamente la misma cosa si no hubieran estado de antemano predispuestos a ese tipo de estudios. Sigo pensando que la respuesta es obvia.

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  3. Aquí se nos indica dos actividades en las que coincidieron las Gemelas. ¿Se nos podría pasar un estudio de aquellas características y actividades que realizaron en las que no coincidieron para nada?. Estoy seguro que serian muchas mas.

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