Entrevista con el director de Las leyes de la termodinámica

Anaís Berdié


Mateo Gil no es de esos directores que se hacen esperar. Al contrario, es él quien espera a la prensa tomando un café con el equipo de comunicación de su película. Alegre y cercano, ha vuelto de Málaga con buenas sensaciones. Su nueva película, Las leyes de la termodinámica, inauguró el festival y el director ha podido tomarle el pulso al público antes de su estreno en salas. «Se reían mucho», afirma, sin ocultar la sonrisa. Conocido en sus inicios por ser el co-guionista de Amenábar (junto a él firma Tesis, Abre los ojos, Mar adentro y Ágora), Mateo Gil se ha ganado con su breve pero interesante filmografía el calificativo de director con personalidad. Del thriller a la ciencia ficción pasando por el western, el cambio de género es, de momento, una de sus señas de identidad. Ahora se atreve con la comedia romántica y la particularidad, esta vez, es formal. Como si de  un documental científico se tratase, Mateo Gil se propone explicar el amor a través de la física.

 

En tu primera incursión en el género, no te has conformado con una comedia romántica al uso. ¿Ha resultado tal y como la tenías en tu cabeza cuando la escribiste?

De las pelis que he hecho, esta es la que más se parece a lo que estaba en mente cuando escribía. Yo creo que tiene que ver con el hecho de que, como es un película que transcurre hoy en día, aquí, el presupuesto no se dispara demasiado. Entonces he podido invertir todo el dinero que había en hacerla muy bien (risas).

¿En algún momento pensaste que la idea del falso documental científico podría resultar demasiado arriesgada?

Cuando estaba con la primera versión del guión pensaba: «Igual me lo tiran a la cara». Pero no, la reacción fue mucho más entusiasta de lo que yo pensaba. Eso me animó mucho. Si la reacción hubiera sido negativa, habría hecho un barrido y habría planteado la película de otra manera, pero es que todo el mundo se lo pasaba bien leyéndola y dije: «Bueno, pues entonces hay que apostar». Y de hecho lo que se ve en la película es prácticamente lo que está escrito. Un poco más quizá, porque luego los científicos aportan frases que son muy buenas. Hay frases muy graciosas que improvisaron ellos.

¿Todas las declaraciones de expertos que vemos son reales?

Claro, son entrevistas reales. Además tardábamos mucho porque yo quería que me explicaran solamente, digamos, el titular, una frase sencilla para yo hacer el chiste, no que me explicaran en realidad las leyes de la termodinámica. Entonces tenía que ir preguntando y preguntando hasta dar con lo que yo buscaba. Y fueron entrevistas muy extensas, tres horas con cada uno de ellos. Fue otro rodaje. Yo había terminado la peli y estuve dos meses trabajando en otra cosa, que era una especie de documental.

¿Qué opinaron los científicos sobre tu idea de explicar el amor a través de los principios de la termodinámica?

Pues lo han hecho desinteresadamente, así que te puedes imaginar que les gustaba mucho la idea. Además, a ellos les hacía especial ilusión, porque los científicos en ese sentido son muy generosos. Si pueden hacer llegar a alguien la curiosidad que a ellos les mueve, pues lo hacen. 

No es la primera referencia científica en tus trabajos, ¿te interesa hablar de ciencia?

No es que me interese hablar de ciencia, es que a mí la ciencia me gusta. Yo leo cosillas, como puro aficionado, porque me mantiene la cabeza despierta y me gusta.

¿Por qué es una materia tan poco analizada en el cine?

Yo creo que es porque la gente tiene miedo. El público tiene miedo a no entender. A mí me han dicho cosas como «Si es científico yo no lo voy a entender» o «Yo siempre me aturullo». El público tiene miedo a que le den rollo científico y entonces, claro, los creadores nos asustamos. Pero yo creo que hay que romper eso. Aquí está utilizada la ciencia solo para hacer el chiste y hacer reír, pero no hay nada de malo en usar la ciencia para eso. Y si, además, se te queda algún concepto chulo, como la entropía, pues mira, mejor.

Mateo Gil durante el rodaje de Las leyes de la termodinámica

¿Ha sido más difícil trabajar con los actores, dado el desorden narrativo de la relación de pareja de los protagonistas?

Antes de rodar, en la preparación, yo hice un guión técnico ordenado cronológicamente para que nadie se perdiera. Y de hecho hicimos un calendario de la relación, donde situamos cada secuencia en su mes correspondiente, y hacíamos que la ropa fuera la adecuada y demás. Entonces todo el mundo sabía muy bien dónde estaba situada cada escena.

Fue complejo para los actores porque es una peli técnicamente muy exigente que les obligaba a tardar un tiempo concreto en hacer las cosas porque hay muchos gráficos, muchas repeticiones. Yo estaba todo el rato con el cronómetro acotándoles y, además, les trazábamos a veces hasta las trayectorias que tenían que seguir. En la discoteca, por ejemplo, estaba todo dibujado en el suelo. Los figurantes principales tuvieron un día de ensayos porque tenían que seguir su órbita, lo cual es muy complicado en medio de la gente, porque no ves exactamente la ruta en el suelo. Y, aparte, nadie entendía lo que estaba haciendo con esto de las órbitas (risas). Nos tuvo que ayudar un arquitecto porque había que adaptar la forma elíptica de las órbitas a la pista concreta que teníamos. Fue complicado.

La trama romántica, por el contrario, es bastante clásica. ¿Era una manera de compensar la originalidad formal?

Claro, no puedes hacer una mezcla de géneros así un poco bestia como es esta y encima crear unos personajes superalambicados que nadie entiende. Tenían que ser personajes muy reconocibles con situaciones que a todos nos han pasado alguna vez.

Tras dos trabajos con reparto internacional y en inglés, ¿por qué en esta ocasión has optado por rodar en español?

No lo decido yo, prácticamente lo deciden los productores. Esta película se podía contar en castellano, en inglés, en indio… porque da igual dónde transcurra, pero hay otros proyectos que no. Y esta película podía encontrar financiación siendo en castellano. Las dos pelis anteriores, si no hubiesen sido en inglés, no creo que se pudiesen haber hecho, porque el mercado español no da para producciones tan grandes y arriesgadas.

Esas películas, Blackthorne y Proyecto Lázaro, dos personales acercamientos al western y a la ciencia-ficción muy bien acogidos por la crítica, no tuvieron demasiado éxito en taquilla. ¿Cómo te afectó esta situación?

Afecta. Afecta que no se vea tu peli. Cuando afrontas un proyecto más o menos eres consciente de los riesgos, yo sabía las películas que estaba haciendo, pero hay un momento donde dices: «¿Tengo que hacer lo que se supone que es taquillero o tengo que hacer lo que me pide el cuerpo e intentar ser lo más honesto posible?» Y arriesgas.

Pero eran dos películas que, gracias a que estaban hechas en inglés, tenían un mercado fuera en el que además les ha ido bastante mejor que dentro. Y tienen un mercado de visionado en internet muy potente. Yo sospecho que esa forma de distribuir películas es la única salida ahora que el cine está pasándolo tan mal y la taquilla ha bajado tanto. Es la única manera que les va a quedar a cierto tipo de directores, más o menos autores, europeos, que en sus propios países ya no consiguen la financiación necesaria para hacer su cine porque no es suficientemente taquillero. Es otra manera de darte más libertad creativa. Porque si siempre estás expuesto, no ya a lo que pide el público, sino a lo que las distribuidoras y las televisiones creen que el público quiere, entonces todos acabamos haciendo el mismo tipo de producto y eso puede ser horrible para una industria.

En cada película hasta ahora has abordado un género diferente…

Yo creo que cada idea tiene sus herramientas más adecuadas para ser contadas y el género es una herramienta más. Yo tampoco he buscado variar, han ido surgiendo así las ideas y las he ido aplicando. Sí tenía esa curiosidad de, algún día, hacer una comedia. Se dio la ocasión y la aproveché. Tampoco sé qué va a ser lo siguiente.

Empezar con un nuevo género cada vez ¿no es casi como empezar de cero?

Sí, te sientes muy principiante cada vez (risas). Pero la manera en que yo afronto las películas es muy parecida, independientemente del género. Yo creo que hay un proceso necesario de quitarte la idea de dejar tu impronta y que sea la propia peli la que encuentre su camino. De buscar los medios más adecuados para rodarla y olvidarte un poco de lo que tú quieras… ¡Es que yo no sé quien soy! -cinematográficamente hablando-. Tampoco sé cómo me definiría, no tengo ni idea. Yo hago las pelis lo mejor que puedo.


Mateo Gil con los actores protagonistas de la película

Agradecimientos a Mateo Gil, Sony y Atresmedia Cine

Fotografías: Sony. Fotografía de cabecera: Anaís Berdié


 

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